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Martes, 23 de febrero 2016, 12:15
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«¿Este quién es?». Es una de las frases más frecuentes que se escuchan durante las visitas al Museo de Cera de Madrid. Suele ir acompañada de una buena carcajada y el gesto de asombro en el rostro de quien la pronuncia. Ayer se inauguró una nueva figura, la de la diva internacional Beyoncé, y, una vez más, cualquier parecido con la realidad era pura coicindencia.
Pero ¿por qué, a pesar de ser un museo de amplio recorrido, los personajes representados son tan distintos al original? ¿En España no hay artistas capaces de trabajar la cera de manera similar a como lo hacen en otras instalaciones ubicadas en otras ciudades europeas? ¿O quizá no se paga lo suficiente por la obra? La respuesta está en el aire.
De lo que no cabe duda es de que cada vez que se presenta una nueva figura las críticas no tardan en aparecer y el personaje elegido acaba convirtiéndose protagonista de bromas virales, sumándose a la larga lista de esperpentos que habitan estas instalaciones museísticas.
El Museo de Cera de Madrid fue inaugurado el 14 de febrero de 1972 por el entonces ministro de Información y Turismo, Alfredo Sánchez-Bella. En todo este tiempo, aunque se ha hecho famoso por la ausencia de parecido de sus maniquíes con las personas a las que imitan, se ha convertido en uno de los lugares más emblemáticos de la capital.
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