«No temo a Trump»
El cocinero asturiano mantendrá un cara a cara en los tribunales con el presidente electo de EE UU, al que acusó de xenófobo
miguel lorenci
Lunes, 19 de diciembre 2016, 08:05
No temo a Trump ni a nadie». Lo dice risueño y seguro de sí el mierense José Andrés, cocinero con dos estrellas Michelin y una treintena de restaurantes en Estados Unidos. Pronto se las verá en un tribunal con el futuro presidente norteamericano, que le reclama una millonada por incumplimiento de contrato y de quien Andrés deplora su manifiesta xenofobia. «Creo que ganaré», explicaba el cocinero, a quien no le quita el sueño su cita con la justicia. Ya le ha tendido la mano a Trump para llegar a un acuerdo «como se la tiendo siempre al prójimo» y espera una solución feliz que beneficie a terceros y no sea gravosa para ninguna de las partes. José Andrés decidió no seguir adelante con la apertura de un restaurante en uno de los hoteles de Trump tras las declaraciones de este contra los hispanos. Ahora será el juez quien decida en qué acaba la cosa, si no llegan antes a un acuerdo.
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Antes de ese cara a cara, Andrés muestra en España su perfil más solidario. Con un puñado de grandes chefs se remangó ayer para cocinar en una cena solidaria para más de 800 comensales, indigentes e inmigrantes con pocos recursos y muchas dificultades. La cuarta edición de Teinvitoacenar que organiza la Compañía de las Obras (CdO) y que reclutó a más de quinientos voluntarios para hacer de pinches, camareros o friegaplatos.
Junto a Juanjo Lopez, el chef La Tasquita de Enfrente, en Madrid, José Andrés preparó la ensaladilla con txitxarro marinado que era parte del aperitivo de un menú con esqueixada de bacalao elaborada por Quim Casellas, pollo con carabineros del restaurante el Triciclo, y torrijas con sopa de turrón y helado de vainilla de Ximo Sáez.
Supone Andrés que «cuando se llega a presidente se recupera el juicio» y espera llegar a algún acuerdo «por higiene personal». Lo dice con desgana pero sin arrepentirse «de nada». «Fue una decisión únicamente empresarial, aunque ya daré algún día claves personales. No tengo otros principios e hice lo mejor para mi negocio. En la vida siempre he tendido la mano al prójimo, como hacemos en esta cena y como me la tienden a mí» dice este asturiano que, con 47 años, lleva más de una década en la cima de su oficio.
«La vida nunca es un guerra, es solo una negociación y en eso estamos», agrega el nada belicoso José Andrés recordando que Trump «iba a ser mi socio». «No le llevo a juicio. Iremos a testificar. No le tengo miedo a Trump ni a nadie», reitera. «Tengo muy buen corazón, la gente siempre me lo ha dado todo y trato de corresponder. No hay que tener miedo a lo que es lógico», zanjaba la cuestión.
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«Uno es lo que es gracias a los demás, en mi caso, a mi familia, mis clientes y a mis trabajadores», se ufana el prestigioso chef. Pero sabe que también la suerte y las circunstancias «determinan el éxito o el fracaso, así que con esta cena abrimos puertas a quien la vida se las cerró». Hace nada viajó a Haití y dio de comer a miles de los cientos de miles de personas que lo perdieron todo con el terremoto, y está orgullos de que su mujer, Patricia, y sus tres hijas colaboren en Washington en comedores solidarios. «No lo hago para sentirme bien. Soy más de acción que de limosnas y le digo a quien no pueda dar dinero que se pregunte qué puede hacer por los demás», dice.
Acaba de abrir dos nuevos restaurantes, uno en el nuevo casino MGM de Washington, donde triunfa con Jaleo, y otro en el centro Maimi, el segundo en la ciudad de Florida. «Con estos son 28, pero resulta que los platos que más vendo son el gazpacho de mi mujer, los pimientos de mi madre y la ensaladilla con huevo de truchas de Juanjo. ¿Qué hostias pasa con los otros platos que hago yo?», se pregunta carcajeándose el recién reconocido «mejor chef del año» por la Fundación James Beard.
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Innovador en los fogones, escritor, educador, animal televisivo, decididamente solidario y gran hombre de negocios al frente de Think Food Group, Andrés colabora por primera vez con la organización de Teinvitoacenar. Barak Obama, asiduo de su restaurante de Washington, le concedió en septiembre pasado y le impuso en la Casa Blanca la Medalla Nancional de las Humaniades, una de las más altas condecoraciones de Estados Unidos.
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