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Javier Gurruchaga, ayer, entre las atracciones de la Semana Negra.

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Javier Gurruchaga, ayer, entre las atracciones de la Semana Negra. DAMIÁN ARIENZA

«He tenido amigos y amigas, pero mi gran amor es el trabajo»

Javier Gurruchaga hizo de las suyas en la Semana Negra. El líder de la Orquesta Mondragón sigue en plena forma: «Estoy como una rosa. Eterno. Una leyenda. ¿Qué quieres, que me quede en casa en zapatillas viendo 'Sálvame'? ¡Eso jamás!»

AZAHARA VILLACORTA

Jueves, 12 de julio 2018, 04:54

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Estoy como una rosa. Eterno. Una leyenda», sentenció ayer con aires de estrellona y la sorna que le adorna desde la escuela Javier Gurruchaga (San Sebastián, 1958) nada más poner un pie en Gijón bajo un aguacero de los que paran pruebas de sonido. Porque, a sus «sesenta cumpliditos», el líder de la Orquesta Mondragón sigue en plena forma y llegó a los terrenos del viejo astillero dispuesto a demostrarlo ante sus fieles en el concierto que ofreció pocas horas después sobre el escenario principal de la Semana Negra, una vieja conocida a la que no podía fallar.

Tampoco lo hicieron sus grandes éxitos como 'Viaje con nosotros' ni algunas de las rarezas que recopila en su último disco, 'Noticia bomba', en el que carga contra las 'fake news' y, de paso, desempolva «temas que estaban muy 'armariados' o que en su día pasaron desapercibidos porque la discográfica apostó por un single».

Eso sí, el mítico 'Ellos las prefieran gordas' esta temporada anda de capa caída. «Y es que algunos estamos a régimen», apunta el 'showman' tirando otra vez de retranca. Una frase que es, como casi todo, mitad verdad mitad ilusión, porque este hombre que se declara «coqueto» irredento, de los que siempre está queriendo perder «unos kilitos» sin mucho convencimiento, también ha visto en los últimos tiempos cómo las críticas a algunos de sus textos satíricos crecían a su alrededor como champiñones en el reino de lo políticamente correcto. «Una caza de brujas a lo artístico» que -dice- no es de recibo: «Por esa regla de tres, habría que detener al autor de 'Madame Bovary', al marqués de Sade y a Nabokov por haber escrito 'Lolita'. ¡No hay que pasarse!».

Y, así, entre bromas y veras, Gurruchaga -amante del cine y la literatura negros- declara que el artisteo «es una carretera larga y tortuosa». Pero, con todo, no piensa en la jubilación y hace teatro y musicales, lo que le echen: «Mira a Mick Jagger dando saltos y poniendo morritos a los 75 y a tantos otros. A Héctor Alterio. A Nùria Espert... Yo siempre pido más. Siempre quiero más».

Aunque, de vez en cuando, no se vayan a creer, este vendaval de Donosti también desconecta y se aparta un ratito del móvil. «Y, entonces, me da tiempo a leer, a ir al cine, a escuchar música o a no hacer nada y quedarme en silencio, que también está muy bien». Incluso, de cuando en cuando, a entrar en alguna iglesia a pensar en su 'aita' y su 'ama', que ya no están pero siguen estando, «como si se hubiesen marchado de viaje».

Y algunas otras incluso llora. Como «hace dos o tres días», cuando se encontró una postal escrita por su madre, cocinera que, además de consentirle «en las cosas del comer», siempre le decía «que adelgazase un poquito» y le hacía bromas «con la tripa»: «Me emocioné mucho. Era una postalita en la que aparecía un osezno arrugado y ella escribía: 'Javi, ya sabes que nos acordamos mucho de ti 'aita' y yo. Y ya sé que no te gusta hablar de tu imagen, pero lo del osito es solo una broma. Un beso de tu madre. Te quiero». Todo corazón este vasco que, además de cantar «para los que están de vacaciones», canta para denunciar. Empezando por una país que «fulmina cualquier programa de televisión que sea crítico» y del que «se espera uno todo después del episodio en el que cazan a una señora robando cremas». Y siguiendo por las tropelías de Donald Trump, «un monstruo al que, en cierta manera, hemos elegido un poco todos y que extiende sus tentáculos por toda Europa. Mira lo que ha pasado en Italia, negándoles refugio a los inmigrantes. Eso es Mussolini puro».

Lo hizo cuando entonó el 'Imagine' en los tiempos más duros de ETA. «Había que echarle un par y se logró. Por eso me gustaría que también pasase pronto la fiebre catalana. Reivindico que no haya fronteras ni muros. Canto contra los supremacismos y los nacionalismos de cualquier signo». Y, ayer, en terrenos del viejo astillero, Javier Gurruchaga, hipocondriaco confeso con pánico a volar, que ha ganado dinero y lo ha derrochado a gusto, volvió a darse un baño de multitudes. Quizá para reparar lo de aquella vez que lo dejó una novia y se quedó «jodido». «Porque he tenido amigos y amigas, pero ahora mi único gran amor es el trabajo. ¿Qué quieres, que me quede en casa en zapatillas viendo el 'Sálvame'? ¡Eso jamás!».

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