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Igor Paskual, en el prao con la guitarra. Arnaldo García
«Recomiendo salir de romería siempre, hay que celebrar la vida»

«Recomiendo salir de romería siempre, hay que celebrar la vida»

Test con hielo ·

Igor Paskual tiene vetados aire acondicionado y bermudas y conoce el antídoto contra la resaca: un baño en el mar

M. F. Antuña

Gijón

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Domingo, 29 de julio 2018, 03:43

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Para Igor Paskual (San Sebastián, 42 años) no hay nada mejor que una fiesta de prao. Ya quisiera Ibiza arrimarse si quiera al ambientazo del Carmín. El caso es que este músico que gira con Loquillo y en solitario, padre de tres niños y dandy del rock'n' roll, se pasa el verano de acá para allá. Y tan contento.

–¿Aire acondicionado sí o, como Madonna, lo tiene vetado?

–Vetadísimo. No me sienta nada bien, y yo como músico me paso parte del verano metido en una furgoneta. Para mí es un infierno, y de hecho creo que hay dos grandes problemas en los restaurantes españoles: la acústica y el aire acondicionado.

–Hay quien lo ama tanto como lo detesta. ¿A usted le pasa eso mismo con algo?

–La playa, si está llena la detesto y si está vacía, la amo.

–¿Recuerda aquellos veranos sin aire acondicionado y sin dirección asistida?

–Sí... Cuando irte de vacaciones significaba peregrinar. Era una peregrinación real, te ibas todo el mes y hoy te tomas quince días libres y parece delito. Aquello era una desconexión real; ahora no desconectas nunca.

–¿Cómo eran sus veranos de niño?

–Muy largos, y con una cosa maravillosa: el aburrimiento, que es básico para desarrollar la imaginación, para conocerse a uno mismo. Echo de menos la capacidad de aburrirse y el tiempo sin interrupciones.

–¿Sus veranos de mayor?

–Para mí los veranos no equivalen a vacaciones, que suelen ser en invierno. Son agotadores porque cuando no estoy con los tres críos estoy tocando, no tengo días de descanso, pero en general me gustan.

–¿Cómo lleva un padre de familia numerosa pasar el verano de fiesta en fiesta?

–Tratando de declinar todas las ofertas posibles, que son constantes. A veces aceptas y lo pagas durante dos o tres días, cosa que antes no me sucedía. Si quieres alejarte en gira, terminas por no tener mucha vida social. Tienes que elegir: o estar fresco con la familia o estar de jolgorio. A mis 42, llevo girando desde los 18 así que no pasa nada porque un día no salga de fiesta. Tengo acumulado hasta que me muera. Cuando me casé, me decían que por qué no hacía despedida de soltero y respondía: 'Sería mucho morro, llevo despiéndome toda la vida'.

–Con tanta gira, debe tener secretos a tutiplén.

–Sí, lo mejor y lo peor del rock es que las cosas más divertidas son las que no se pueden contar. Escribiré un libro, lo guardaré y cuando hayan fallecido sus protagonistas lo publicaré. Se harán millonarios mis herederos.

–¿El que va de romería se arrepiente al otro día?

–A partir de los 40 te arrepientes hasta la otra semana. Se nota muchísimo y los kilómetros también pesan.

–¿Y de no haber ido de romería también se arrepiente?

–Constantemente. Cuando uno deja de ir de romería es porque tienes otras cosas que hacer; la romería no se abandona por gusto propio, sino por sentido común, por incompabilidad de horarios o por recomendación del médico. ¿Cómo se va abandonar algo tan maravilloso? Yo recomiendo salir de romería mientras se pueda, la vida hay que celebrarla siempre.

–¿Es usted playero?

–Me gustan el mar y el agua en general, en todas sus formas, me gusta bañarme, coger la tabla de surf. Y si estoy en interior, el río. Y es un gran remedio para la resaca. En el mar, mejor que en la piscina.

–¿Alguna otra recomendación?

–La más efectiva, el baño de mar en el Cantábrico, y cuanto más tirando para Galicia, mejor. El Mediterráneo no es lo mismo, el riego sanguíneo no se anima de la misma forma.

–¿Es de nadar y guardar la ropa?

–Esa es una de las grandes lecciones de la vida. De adolescente, vas a nadar y abandonas la ropa, quemas las naves, y cuando vas creciendo, te das cuenta de que lo único que consigues es quedarte desnudo. Aunque sea poco romántico o poético es así.

–¿Tamaño de bañador?

–Medio, tipo boxer.

–¿Y la bermudina qué?

–No, yo en verano me paso el día de gira, cuando llego a las pruebas de sonido tengo un cierto estatus estético que mantener y la bermuda no es especialmente rockera. Los rockeros y los heavys pagamos un alto precio. La bermuda está prohibidísima.

–La playa con niños, ¿el cielo o el infierno?

–Suena muy feo, pero es lo que pensamos todos: con los propios un cielo, con los ajenos, un infierno. Con los míos me gusta ir, es un trabajo, es cansado, pero ellos acaban reventados, que es una de las labores de la paternidad: hacer que se cansen para tener unas horas tranquilas.

–¿Usted es de castillos de arena o de castillos en el aire?

–En el aire. Me gusta ensoñar. Siempre tengo bastantes y casi todos en forma de proyectos irrealizados, los veranos me sirven para planearlos y los inviernos para que se me deshagan en el aire.

–¿Un viaje inolvidable?

–Jordania, con 19 o 20 años, iba con Juan Tresguerres a excavar. Me pasaba un par de meses, era un aislamiento real, eran esos veranos antiguos de mucho tiempo por delante y a unas temperaturas rigurosas.

–¿El viaje soñado?

–Me gustaría hacer surf en un sitio paradisiaco como Maldivas. YJapón.

–Debe dominar el arte de la maleta. ¿Sus imprescindibles?

–Cuando era más joven, ibuprofeno, condones y el peine, el peine siempre. Y ahora que soy más mayor, lo mismo.

–Sidra, cañita... ¿A qué le da?

–No bebo destilados nunca. De noche, vino; de día, cerveza y sidra, que es una bebida muy de verano. Y soy muy de fiesta de prao, son las mejores fiestas del mundo.

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