Borrar

Kolinda Grabar, la presidenta del mundial

Hija de carniceros, políglota y famosa por pagarse sus viajes a Rusia

fernando miñana

Martes, 17 de julio 2018, 03:45

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Medio mundo se preguntó ayer quién era esa mujer que, nada más acabar la final, con la selección francesa lista para ser coronada, apareció sobre el césped con la camiseta de Croacia y cogiendo de la mano a Emmanuel Macron, el primer ministro galo, como un matimonio sin discutir. Esa mujer que aguantó con una sonrisa, sin un mal gesto, el tremendo aguacero que regó el estadio Luzhniki, mientras unos tipos enormes se afanaban en cubrir con el paraguas a Vladimir Putin sin importarle nada más. Esa mujer que abrazó con una pausa inusual a los integrantes de la vencida Croacia, como una madre a un hijo, formando un atasco en el podio pero que también tendió el mismo abrazo osuno a los campeones. Esa mujer, convertida ya en la dueña indiscutible de la escena, que, acabado el saludo protocolario, vio pasar el trofeo dorado de la Copa del Mundo y alargó los brazos para cazarlo al vuelo y plantarle un beso apasionado. Esa mujer, célebre ya en medio mundo, es Kolinda Grabar-Kitarovic.

Kolinda es la presidenta más joven de la joven Croacia, una república con cuatro millones de habitantes y 27 años de antigüedad. Su popularidad se ha disparado no solo ya por esos sentidos apretujones a vencedores y vencidos sino por un gesto de austeridad política insólito. La presidenta viajó a Moscú en vuelos regulares que se pagó de su bolsillo, como las entradas de los partidos en los que asistió a la grada, como si fuera una hincha más, pertrechada con la camiseta de los escaques rojos y blancos. Ademas, restó de su sueldo los días de pasión futbolera.

Aunque también pisó el palco, como en la final, y en el partido contra Rusia, donde no se quitó la prenda de su selección. Tras ese encuentro bajó al vestuario para repartir sus abrazos de oso tras avanzar entre calcetines, botas de fútbol y jugadores a medio vestir. No le importó para abrir los brazos y estrechar entre ellos a los héroes de este pequeño país. Jamás olvida la sentencia de Franjo Tudjman, el hombre que fundó en 1989 la Unión Democrática Croata, el partido conservador que la encumbró a la presidencia: «Los deportistas son los mejores embajadores de nuestra nación».

Aunque también hay quien ve en todo esto un descarado ejercicio de populismo para aprovecharse del tremeno foco de un Mundial y del tirón de los Modric, Rakitic, Perisic y compañía. Voluntario o no, su popularidad se ha disparado en Rusia, donde probablemente logró prenderse para siempre de la final como Sandro Pertini, el presidente de la República de Italia, lo hizo a la del Mundial de España en 1982.

Nombre de canción pop

Kolinda Grabar es la presidenta de Croacia desde el 19 de febrero de 2015, cuando derrotó, en la segunda vuelta de los comicios, a Ivo Josipovic. Lo logró entre el descontento del electorado, harto de seis años seguidos de recesión, un desempleo del 20% y cuatro de cada diez jóvenes en el paro. «No hay lugar para el triunfalismo: hay que trabajar por la prosperidad del país», declaró nada más ser elegida para un cargo más bien protocolario, con mucha influencia pero sin competencia en política económica ni poder para destituir al Ejecutivo.

Kalinda Grabar-Kitarovic nació en Rijeka el 29 de abril de 1968, pero se crió en una aldea al norte de la ciudad donde sus padres tenían una carnicería. Su progenitor, aficionado a un dúo pop, cogió el título de uno de sus éxitos, 'Kolinda', para bautizar a su hija.

Durante un curso de Secundaria se enteró de la existencia de un intercambio para estudiantes y lo aprovechó para marcharse a Los Álamos (Nuevo México), en los Estados Unidos, donde empezó a familiarizarse con el inglés y el español, dos de los idiomas que domina junto a otros, como el alemán, el italiano, el francés o el portugués, que simplemente chapurrea. La beca para vivir en Los Álamos era muy escasa. Aquello le enseñó a no derrochar, a comprar ropa de segunda mano con el sueldo de modestos trabajos en los que fue empleándose. Por eso, décadas después, no es habitual verla con grandes joyas ni vestir diseños lujosos.

Ya en la Universidad de Zagreb se matriculó en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, donde logró una licenciatura en idiomas y literatura en inglés y español. Completó su formación gracias a una beca Fullbright para la Universidad George Washington y una beca Luksic para la Escuela de Gobierno Kennedy en Harvard.

Tiene dos hijos adolescentes

En 1996 se casó con Jakov Kitarovic, un hombre que no dudó en renunciar a su trabajo para cuidar de sus dos hijos –Katarina, una prometedora patinadora de 17 años, y Luka, de 15– y no entorpecer la carrera de su mujer, que llegó a ser ministra de Asuntos Exteriores y Europeos, embajadora de Croacia en Estados Unidos y mano derecha del ex primer ministro danés Anders Figh Rasmussen cuando se convirtió en secretario general de la OTAN.

Durante su etapa como embajadora, en 2010, le salpicó un escándalo cuando se descubrió que su marido había utilizado el coche oficial para sus asuntos privados. Kolinda lo atajó pagando los gastos por este servicio.

Su perfil diplomático siempre la ha ayudado y no es habitual que airee los trapos sucios. Está a favor del aborto, apoya al colectivo LGTB y ha mostrado una gran sensibilidad con los asuntos del medio ambiente. «Yo soy católica, pero creo que mi opinión personal es irrelevante porque, más allá de lo que yo piense, el aborto debe continuar siendo legal en Croacia», explicó en su día para posicionarse. Aunque no todo es tan sencillo. La presidenta de Croacia también ha sido criticada por declarar que era conveniente poner obstáculos para evitar la entrada ilegal de refugiados.

Algunas amistades también le han proporcionado nuevos detractores. Como su simpatía, reconocida en Radio Narodni, por el cantante Marko Perkovic, nacionalista y de fuertes ramalazos fascistas. O su profunda amistad con Zdravko Mamic, la figura más poderosa del fútbol croata que ganó un dineral, de manera ilegal, con traspasos como el de Luka Modric del Dinamo Zagreb al Tottenham Hotspurs. Fue condenado a seis años y medio de prisión por corrupción, pero huyó a Bosnia-Herzegovina, donde no hay tratado de extradición, en vísperas del veredicto del juez.

Mamic dijo que ella «es la cosa más hermosa que le sucedió a Croacia» y, según la prensa del país, la mandantaria recibió donaciones del expresidente del Dinamo Zagreb durante la campaña presidencial.

También ha cometido alguna torpeza sonada, como el Día de los Defensores de Dubrovnik, fecha en la que se recuerda que la ciudad estuvo bajo el asedio del ejército yugoslavo en octubre de 1991. Kolinda Grabar acudió a un centro de educación y agasajó a los niños con chocolate... serbio.

Mucho más hábil es cuando se encuentra con dirigentes como Mauricio Macri, Theresa May, Vladimir Putin o Donald Trump y les obsequia con una camiseta de Croacia, como hizo también, tocada con mantilla negra, con el Papa Francisco. ¿Populismo?

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios