Diseño asturiano con espíritu minero

Han pasado ya algunos años desde que Oliver Iglesias (Langreo, 1993) dejó de estudiar un módulo superior de Fotografía porque no le acababa de llenar el alma. «Sentía que estaba perdiendo el tiempo», recuerda ahora y da gracias de aquello porque, de aquel abandono, nació su primera marca de ropa, su verdadera pasión. «Esa fue mi primera toma de contacto con el mundo de la moda», cuenta ahora. Y, a finales de 2020, nació su segunda firma, 93 sierra/crosses, la cual estará el 19 de febrero sobre la pasarela de la Madrid Fashion Week, a las 16 horas. «Me presenté a una selección de diseñadores emergentes y fui pasando las fases, así que allí estaré en muy pocas semanas», explica.

En el recinto de Ifema, presentará la colección para el otoño y el invierno de 2024. «Esa línea está muy influida por los movimientos del punk, del rock y del hardcore, que estuvieron muy presentes en las cuencas -y en otros sitios de España- en los años ochenta», detalla, mientras ultima los detalles de esta aventura. «Estas últimas semanas antes de ir para allá son muy estresantes porque hay que hacer muchas cosas para llegar allí».

Él tiene ya ganas de enseñarle al mundo esta marca, cuyo nombre es «una especie de jeroglífico que habla de mi año de nacimiento (93), de los montes de Asturias (sierra) y de las cruces de las iglesias (crosses)», explica. Y esas palabras le sirven para presentar prendas de ropa utilitarias, «hechas para el día a día, pero con un plus de calidad». Y, sobre todo, estas piezas tienen el recuerdo de la minería porque Oliver se inspira «en los logotipos de los sindicatos y de la mina», explica. «Mi padre trabajaba en el pozo Candín y delante había un edificio enorme de la UGT. La gente entraba allí con una camiseta de Ensidesa y unos vaqueros y a mí me gusta mucho esa estética que mezcla prendas de publicidad y pantalones anchos». Y eso que él se considera «apolítico» y, simplemente, lo hace por estética, «me gustan cómo son esos símbolos».

Le gustan tanto como esta Asturias que lo vio nacer y de la que se niega a marcharse, por mucho que sea difícil abrirse camino. «No quiero irme ni a Madrid ni a Barcelona ni al extranjero. Quiero trabajar desde aquí», reivindica, al tiempo que se queja de que «no hay facilidades para los emprendedores».

Él combate ese mal a base de muchos esfuerzos, y valora que los clientes «aprecien muchísimo que yo esté trabajando fuera de una capial de la moda», cuenta. «Lo hago todo desde el Principado, menos algunos detalles como los tiradores de las cremalleras. Todo lo demás sale de aquí».

Oliver tiene ya pensado el próximo paso que quiere dar, le encantaría que su marca llegara a las tiendas «tanto nacionales como internacionales» porque, de momento, solo vende a través de su página web. Él tiene la puerta abierta para recibir todas las noticias «que vayan viniendo» y llevando lejos el espíritu minero asturiano.

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