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Lunes, 22 de enero 2018, 00:10
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Al inframundo de los mayas se accedía por unos enormes agujeros (cenotes). Era lo más parecido al 'Viaje al centro de la Tierra' de Julio Verne pero mil años antes. Era un pasaje subterráneo al tercer nivel, lejos de la vida y de la muerte, pero cerca del origen. Allá donde habitaban las deidades, reina lo sobrenatural y conviven lo bueno y lo malo.
Todo ese mundo oscuro empieza a ver la luz. Después de 20 años de inmersiones y mapas subacuáticos, un equipo ha localizado en la península del Yucatán mexicana la conexión entre dos de estos pozos. Apenas medio metro de túnel, por donde malamente cabe un buzo, une a Sac Actún y Dos Ojos, dos de los mayores pasadizos acuáticos. La suma de ambos se acerca a los 350 kilómetros de autopistas acuáticas.
Junto con el hallazgo natural, los expertos han encontrado ingentes cantidades de animales extinguidos, restos humanos y objetos arqueológicos en lo que parecen los primeros capítulos de un 'libro de historia' de los primeros pobladores de América. Ahora solo hay que pasar páginas.
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