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M. F. ANTUÑA
Viernes, 20 de julio 2018, 04:04
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Es un icono del pop rock español. Christina Rosenvinge (Madrid, 1964) llega hoy a Oviedo para presentar en la Lata de Zinc (21.30 horas) su último álbum, un homenaje a su padre titulado 'Un hombre rubio' en el que escribe desde la piel masculina y que encuentra la inspiración en todas partes: en los amores de juventud y los maduros, en el activismo de Berta Cáceres, en el drama de la emigración y hasta en la vida de Manuel Díaz 'El Cordobés'.
-Un cúmulo de circunstancias, no fue nada deliberado. Rocío Márquez me pidió un romance flamenco para su disco y al tener que documentarme acudí a la colección de vinilos que dejó mi padre cuando murió. Apareció el fantasma y se inició el diálogo.
-Fructífero. Murió cuando yo era muy joven, ahora he podido mirarle con la perspectiva de una persona adulta, más de frente. He construido mi propio relato del pasado.
-Él era un gran amante de Lorca y escribí un romance lorquiano. Abandonó Dinamarca por un sueño romántico en España, tuvo una vida azarosa y en sus últimos años se convirtió en una persona autodestructiva. Cuento que, cuando murió, a su entierro no vino su familia desde el norte y sí vino su amigo gitano.
-Es algo muy complicado; fue más un propósito que un logro. Quería meterme en ese hermetismo emocional y comprender la soledad que hay dentro.
-En estos momentos de auge feminista me sorprende encontrar reacciones en contra masculinas, porque creo que no son conscientes de que el feminismo les libra a ellos de un corsé muy rígido.
-Como cualquier mujer tienes que hacerte valer. He tenido que luchar contra los prejuicios desde el día uno. Hay un sesgo, se da un valor distinto al trabajo de una mujer, lo he sufrido enormemente.
- Yo a los 15 años era punky en Malasaña y eso es un aprendizaje fantástico para un adolescente. Siempre he tenido autoestima y seguridad, pero quizá en la época de Álex y Christina, no digo acoso, pero sí he visto a ese tipo de hombre que pretendía utilizar posiciones de poder para obtener favores sexuales. Pero como no tenía ninguna ingenuidad no daba pie a situaciones que otras han sufrido.
-La evolución ha sido desesperadamente lenta. Siempre he echado en falta que hubiera más mujeres en la música; siempre he estado sola en la furgoneta rodeada de tíos; en la mesa rodeada de tíos, y me ha dado mucha rabia. Me saca de quicio que pensaran que las mujeres no estaban porque no querían.
-Muy lejos de encontrar que las voces femeninas se oigan con la misma potencia. Hay una correlación entre en el escenario y las mujeres que están dirigiendo festivales, periódicos, secciones de cultura. Los que contratan son hombres y la presencia en puestos directivos de la mujer es anecdótica.
-Muy optimista. No podía soñar hace cinco años lo que está ocurriendo ahora. Estamos pegando un acelerón, pero solo ha supuesto tomar conciencia, ahora hay que empezar políticas de igualdad.
-No he leído la Constitución, no sé cómo de incluida me sentiría. Si lo ha pedido Carmen Calvo, lo respeto. Pero es una cuestión más formal que de fondo, la cuestión de fondo es que las mujeres lleguen a los puestos donde se adjudican presupuestos para poder influir en el mundo.
-Soy letrista. La economía del lenguaje es una ley que me tomo muy en serio: decir lo máximo con lo minimo para que sea bello y se entienda. El desdoblamiento no me gusta estéticamente, pero me parece necesario en este momento de transición. Los académicos han demostrado muy poca empatía y mucho afán por ponerse a la defensiva.
-Es distinto y un placer inmenso porque cuentas con sus virtudes como cantantes.
-La parte musical es puro disfrute y la literaria es mucho más complicada, porque escribir canciones requiere respetar las leyes de la música. Pero resulta muy gratificante, porque cuando escribes canciones tienes una presencia y capacidad para invadir la piel de los oyentes mayor que cuanto escribes poesía, porque las canciones te envuelven en cada momento de la vida.
-Siento que cuanto más profundo llego más grande es el pozo, que cada vez dispongo de más herramientas y las utilizo mejor. Cuando te vas haciendo mayor comprendes mejor el mundo.
-Estoy acabando un libro que quiero que salga el año que viene y tengo ganas de ir a Latinoamerica.
-Mi pequeño corazoncito adolescente está muy feliz, llevo una banda muy potente, con tres músicos. Suena muy contundente.
-Estoy encantadísima. Ojalá me pudiera quedar unos cuantos días. Asturias es para mí el gran tesoro, adoro ese paisaje, esa potencia, ese verdor... Cuando llegó allí reverdezco.
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