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HISTÓRICO. Lienzo que recrea la entrada del Duque de Alba en Flandes. / E. C.
¿Que viene el duque de Alba!
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¿Que viene el duque de Alba!

'Una pica en Flandes', de Fernando Martínez Laínez, recorre los escenarios por donde se pasearon los famosos tercios y desmiente su negra leyenda

A. HERNÁNDEZ

Lunes, 9 de julio 2007, 13:03

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Que viene el duque de Alba». Esta es la frase que aún hoy usan los belgas para asustar a los niños cuando no comen o tardan en irse a la cama, y que explica el mal recuerdo dejado por los tercios españoles durante los siglos XVI y XVII. Suavizar la huella de la propaganda enemiga es el objetivo que pretende el escritor Fernando Martínez Laínez (Barcelona, 1941) con el libro 'Una pica en Flandes'.

El volumen embarca al lector en un viaje que mezcla historia y actualidad a lo largo del Camino Español, el conjunto de rutas que usaron los soldados para llegar al condado flamenco. «Estas unidades militares eran capaces de realizar misiones tácticas muy variadas», señala el autor. «Al contrario de lo que pasaba con los ejércitos de otros países, las levas tenían un carácter permanente».

Nunca se supo con exactitud el número de hombres que los integraron, porque siempre se exageró la cifra. «Los teóricos de la época hablan de al menos tres mil hombres, pero es algo utópico», dice el autor. En realidad, solo 900 hombres se aventuraron en cada leva para luchar bajo la misma bandera gamada de San Andrés. Para poder reclutar tan cuantiosa 'carne de cañón' se recurrió a todo lo posible: mendigos, traperos e incluso presidiarios, a los que se les indultaba por sus fechorías cometidas.

Código de honor

Mantener a las tropas animadas era un aspecto a tener en cuenta ante la muerte, por lo que se dio especial importancia al aspecto moral por encima de otra cosa. Se procuraron un código de honor que queda obsoleto en nuestros días y del que «si no tomabas parte quedabas marginado por unos compañeros que hacían de la fidelidad y la camaradería todo un ritual del buen comportamiento».

Una guerra, la de Flandes, que duró ochenta años y cuyo coste desangró las arcas españolas y el orgullo nacional, además de extender como un reguero de pólvora las maldades de los contendientes que tomaron parte en ella. Las memorias hablan de los saqueos, violaciones y excesos de los «soldados que pasaban con su cortejo de meretrices engalanados en paños de oro». Martínez Laínez defiende con pica y espada su tesis 'proespañola'. «La leyenda negra está alimentada por gente descontenta, grandes traidores». El ocaso de los tercios aconteció a finales del siglo XVII. El Camino Español había sido cortado por completo y la economía hispana se resquebrajaba. Se acabó el tiempo de tener «ocho prostitutas por soldado» y los tercios regresaron al hogar. Q

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