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APAGÓN. Un camión de la televisión alemana ZDF en la línea de meta de Marsella. / EFE
Alemania apaga el Tour
Ciclismo

Alemania apaga el Tour

Las cadenas de televisión ZDF-ARD suspenden las emisiones de la ronda gala como reacción por el nuevo caso del positivo del corredor germano Patrik Sinkewitz

J. GÓMEZ PEÑA

Jueves, 19 de julio 2007, 03:46

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Alemania no vio ayer el Tour en directo. Las cadenas de televisión ZDF-ADR, equivalentes a La Primera y La 2 en España, suspendieron la emisión. Ya lo habían advertido. Un escándalo más y adiós. Y ayer se supo del último lío del ciclismo: el alemán Patrik Sinkewitz, el mismo que acabó el domingo en un hospital tras chocar contra un espectador, dio positivo por testosterona en un control antidopaje por sorpresa impuesto el 8 de junio por la Federación germana. El corredor tiene cinco días para solicitar el contraanálisis. Si se confirma la trampa, la ZDF-ARD no volverá a encender el Tour. Y algunos diarios estudian dejar la carrera. El dopaje apaga el ciclismo. Otra vez la testosterona, el sello fraudulento del Tour de Landis.

Alemania no lo soporta. Había vuelto a confiar en Gerdemann, en el joven líder del T Mobile, en la campaña a favor del ciclismo limpio de su equipo insignia. La implicación de Ullrich en la trama de dopaje de Eufemiano Fuentes y las confesiones de Zabel, Riis y Aldag habían sepultado la credibilidad del pelotón germano. Alemania, un país entusiasta de este deporte -el cicloturismo allí es una máquina de hacer dinero- se apartó de la versión profesional. Gerdemann y el nuevo T Mobile cambiaron las cosas la pasada semana. La audiencia creció, del 8 al 14%. Apenas un paréntesis. Ayer, la ZDF-ARD cortó el cable.

El T Mobile parece un equipo maldito. En 2006 perdió por la 'Operación Puerto' a Ullrich y Sevilla. Se reconvirtió. Puso su proyecto en manos de médicos de la Universidad de Friburgo, luego afectados por prácticas dopantes. Con su presupuesto millonario trató de fichar, sin éxito, a Valverde. No lo ató. Y se presentó en este Tour con una plantilla nueva. Limpia. De futuro. Con la prohibición de trabajar con los gurús de la medicina: con Ferrari (Sinkewitz) o Cecchini (Gerdemann). Mezcló la alegría del liderato de Gerdemann con una cadena de desgracias: Rogers se partió por una caída; Sinkewitz y un espectador, que sigue grave, acabaron en el hospital tras un brutal choque, y Burghardt arrolló a un perro.

Una hormona poderosa

Pese a todo, Alemania les seguía, les coreaba. Otra vez. Pero no hay nada que hacer. El positivo, aún por confirmar, de Sinkewitz ha borrado a Alemania del mapa ciclista. El T Mobile es un equipo invisible en su país -el Tour sólo llega por Eurosport-. ¿Cuanto aguantará el patrocinador?

La testosterona le ha puesto fecha de caducidad. Como al Phonak de Landis. Es una hormona poderosa. Fuerte. La esencia primitiva, la agresividad. El latido masculino. Zumo testicular. La diva del dopaje. Durante siglos la buscaron: el mito de la eterna juventud. Curanderos y hechiceros hacían extractos con los testículos de monos o de toros para reactivar cuerpos enfermos. En 1922, en la cárcel californiana de San Quintín, experimentaron con los presos. Mejoraban. Y a los dos científicos que consiguieron sintetizarla, Leopold Ruzicka y Adolf Butenandt, les concedieron el premio Nobel de Química en 1939.

La trampa de Landis

El deporte la descubrió pronto. El primer usuario atrapado fue 'Holloway', un caballo trotón. El elixir se extendió por las playas californianas de los años cuarenta. Cuerpos al sol. El Comité Olímpico Internacional incluyó a la testosterona en la lista de dopantes en 1982. Freno teórico. En la práctica, siguió en activo. Los últimos positivos de Floyd Landis y el atleta Justin Gatlin desvelaron un cambio. Los usuarios de esta hormona ya no utilizan la testosterona inyectada, facilmente detectable por los nuevos sistemas antidopaje. Deja rastro. Han optado por los geles, los esprays sobre el abdomen, las pastillas. Dosis mínimas. Rápida absorción. No disparan las alarmas. Los controladores no detectan cambios en la relación testosterona-epitestoterona (si la primera es muy elevada y la segunda, baja, indica la ingesta de hormona sintética).

Con Landis quedó en evidencia la trampa. Sólo en el último control del Tour su orina despertó sospechas. La tasa era anormal. Le aplicaron el nuevo sistema. La lupa del IRMS, método de espectrometría de masas. A este test le da igual la cantidad. Distingue entre testosterona natural, endógena, y la otra, la exógena, la artificial. Landis tenía restos de trampa. Entre algunos deportistas se había extendido el uso de esprays, geles y parches diseñados por laboratorios -el australiano Acrux Limited- para incentivar la libido de las mujeres o para mitigar los efectos de la menopausia. Hormona sexual. A Landis le cataron luego las otras muestras dejadas durante el Tour. El IRMS descubrió que en todas había truco: era poco pero sintética. Falsa.

Desde entonces, la UCI ha incrementado el número de analíticas con IRMS. Es un test caro. Mucho. Por eso, lo aplica sólo sobre los sospechosos. Dos alemanes, Kessler y Sinkewitz, son sus últimas piezas cobradas.

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