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CUESTIONADO. Rasmussen no entiende de pactos. / EFE
El líder no cumple su palabra
Ciclismo

El líder no cumple su palabra

Contador le recriminó a Rasmussen en la meta su actitud al disputarle la etapa, cuando habían llegado a un acuerdo entre los dos, y anunció que volverá a atacarle en las próxima etapas que quedan de montaña

J. GÓMEZ PEÑA

Lunes, 23 de julio 2007, 03:17

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A Contador le sobra el aplomo. No dudó. No esquivó la polémica en la meta de Plateau de Beille. A la segunda pregunta ya lo soltó: «Rasmussen no ha cumplido su palabra. Habíamos hablado de colaborar y que yo me llevara la etapa». Cantaba su rabia. «Yo, si doy mi palabra, la cumplo. Bueno, allá cada uno. El Tour es muy largo», avisó. Ya tiene una deuda que cobrarle al líder. Rasmussen le saca diez años. Perro viejo. El danés tenía su propia versión: «¿Pacto? En el Tour no se hacen regalos. Yo quería ser el tercero tras Pantani y Armstrong en ganar aquí». Pero lo fue Contador. Rasmussen sabía que esta cima está bendecida. Quien aquí gana lo hace en París. En 1998 el Tour fue para Pantani. Y los de 2001 y 2004 para Armstrong. Contador ya tiene plaza en la historia de Plateau de Beille. París le convoca. Mensaje recibido: «Rasmussen está fortísimo. Y sé que soy joven y puedo tener un mal día. Pero yo intentaré atacar y a ver qué consigo».

Al Tour le sienta bien el espíritu de Contador, heredero de Delgado, de Julio Jiménez, de Bahamontes. Estirpe. La misma piel broncínea. El mismo aleteo de pedales.

Contador llegó entero. Con chispa para reprender a Rasmussen. «Nada más entrar se lo he dicho. Hay que cumplir la palabra». Luego se calmó. El carmín de las azafatas selló su primera victoria en el Tour. La flores. Los aplausos. Ondeaba su maillot. Había euforia en su equipo. «Alberto ganará un Tour», pronosticaba Bruyneel, su director y el de los siete de Armstrong. «Es difícil. Todavía quedan tres etapas muy duras, incluida la 'reina'», se frenaba Contador. Cede casi dos minutos y medio. Quedan dos etapas de montaña y una contrarreloj llana, larga. En la anterior, la de Albi, el madrileño aventajó a Rasmussen en sólo 27 segundos. «¿La táctica a seguir? Habrá que probar al líder. Está fortísimo, pero también puede tener un día malo».

Contador ya ha ganado su Tour particular. Debutó aquí en 2005 con el Liberty de Manolo Saiz, su cuna. Le gustó. «Es mi carrera», advirtió. El año pasado le cerraron la puerta. El Astana, su equipo, fue excluido porque la mayoría de los corredores estaban implicados en la 'Operación Puerto'. Contador, que en principio aparecía en la lista, fue exculpado luego por la Guardia Civil. Pero su segundo Tour ya se le había escapado. «En 2006 no pensaba en 2007», dijo ayer. Es un gato de muchas vidas. Sorteó el cavernoma y esquivó la 'Operación Puerto'. Eso sí, vio caer a su primer valedor, Manolo Saiz, y a tantos otros compañeros de profesión ciclista.

A Contador, la bici le apartó del fútbol y el atletismo. «Me sentía más libre». Como sus jilgueros. «Me gustan más que los canarios. Son más bravos». Declaración de intenciones. Un amigo, Javier Hernández, se había ido al País Vasco, al equipo Iberdrola, el filial del Once. Le hablaba de las bicicletas de Saiz, de otro mundo. Y le siguió. Inquilino de un piso en Azpeitia, en comuna con otra docena de aspirantes. Así ganó la Subida a Gorla. La huella del escalador. Hasta que llegó la foto que aceleró su vida: el equipo Once estaba concentrado, en pretemporada. Tenían cita con la fotografía oficial. De gala. Contador y otros chicos del filial andaban por allí invitados. De relleno. Saiz se le acercó y le dijo: «Alberto, ponte para foto». Ahí comenzó todo.

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