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SOLIDARIO. Rafa Cofiño presenta mañana su libro en el Antiguo Instituto Jovellanos. / JOAQUÍN PAÑEDA
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Rafa Cofiño presenta su libro 'La ñoaranza de Artemio Rulán' un poemario personal. Los beneficios de la venta se destinarán al pueblo saharaui

R. A. SAN JUAN

Viernes, 3 de agosto 2007, 03:29

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Artemio Rulán podría ser un hombre cualquiera, aquel que pasea delante de nuestras narices sin llamar la atención, aquel que pasa desapercibido entre un millón de gentes. Pero Artemio es todo menos un ser corriente. Su azarosa vida por el extranjero le ha regalado historias que ahora él cede gratuitamente a todo el que quiera escucharlas. Su vida en Nueva York o en el Sahara se salpica por las páginas de este libro, 'La ñoaranza de Artemio Rulán', del gijonés Rafa Cofiño. Como Artemio, éste tampoco es un libro cualquiera. Sus páginas además de palabras llevan también solidaridad escrita en verso.

Los beneficios de la venta se destinarán al pueblo saharaui, a alguno de los proyectos que el campamento de refugiados tiene en marcha. Como la historia de Artemio, la del libro también empezó siendo pequeñita, un proyecto minúsculo, una idea en la cabeza de cinco amigos que hoy tiene horizontes más lejanos. La publicación de este primer libro por la editorial Puntos Suspensivos es el comienzo de lo que esperan se convierta «en una cadena de muchas otras publicaciones cuyos beneficios se destinarán a diferentes proyectos solidarios», comenta Rafa Cofiño.

La elección de donar los beneficios al pueblo saharaui va ligada a la propia historia de Rafa Cofiño. Hace cuatro años se enroló rumbo a Asmara para poner en marcha un proyecto de prevención contra el VIH. Esa experiencia cambió su vida, y con ella la del propio Artemio que nació un poco en aquel desierto de amargura y esperanza.

«Fue una situación muy dura el comprobar que un conflicto de 30 años está totalmente olvidado en las agendas políticas internacionales», afirma con tristeza Cofiño. Por eso, este libro es un granito de arena en un problema que «dura demasiado en el tiempo» y que Cofiño no puede olvidar. «Este invierno incluso tuvieron problemas de alimentación. No llegaban víveres, supongo que por la presión internacional». Tal vez este libro no solucione el problema, pero por lo menos lo hará «visible» y Artemio podrá seguir contando historias a quien quiera escucharlas.

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