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ARTESANOS. Emilio Cabrera, a la izquierda, junto al carpintero Manuel Freije. / J. BILBAO
Un carpintero y un pintor ponen las trabas del hípico
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Un carpintero y un pintor ponen las trabas del hípico

Manuel Freije le da sentido y forma a la madera, mientras que Emilio Cabrera le pone el color y la vida

J. B.

Jueves, 30 de agosto 2007, 03:14

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Son los artesanos de la dificultad. Mientras las pruebas se desarrollan en el verde de Las Mestas, ellos permanecen ajenos y concentrados en su trabajo. Se dedican a tallar, pulir y pintar las hermosas construcciones que después lucen en la pista. Su duro trabajo se traduce en 'casitas' que funcionan de soporte para las barras, guitarras que conforman el obstáculo más andaluz del circuito, o una graciosa fuente de madera, que tendrá que soportar las acometidas de los equinos menos calculadores.

Manuel Antonio Freije es el carpintero que hay por la tarde en Las Mestas. Su turno se extiende desde las tres de la tarde hasta las diez de la noche, aunque estos días la demanda es mayor y, como reconoce el propio Freije, «estamos hasta las doce». Son los últimos en cerrar.

Mientras comenta la jornada que le queda por delante, elimina con delicadeza la rebaba de una de sus nuevas construcciones con una lima. Reconoce que es su primer año en los concursos hípicos pero, por el resultado final, parece que lleva muchos más: «Llevo treinta años en la carpintería y ya había hecho cosas parecidas». Él se encarga de hacer realidad los planos que le envían y, también, de arreglar las incidencias que producen los equinos con sus saltos: «También salimos a pista para arreglar los desperfectos que producen los caballos». El trabajo es duro y exige perfección. No hay lugar para las prisas: «Hacer las 'mariposas' -soportes- de uno de los obstáculos nos llevó nueve días». Mientras Manuel trabaja, el jinete Julio Arias entra a pedirle un poco de cinta aislante. «Siempre vienen por aquí», señala al respecto el carpintero. No en vano, su centro de 'acción' se encuentra situado al lado de la zona de cuadras y de la pista de entrenamiento. Manuel Freije habla en plural, al referirse al trabajo, porque no está solo. En su tarea diaria le acompaña Emilio Francisco Cabrera, el pintor. El primero es el encargado de darle sentido a la madera, mientras que Cabrera, con sus pinceladas, les concede la vida. Sin colores no hay lucimiento y el resultado no sería el mismo. Es un trabajo de equipo. Emilio pinta una de las vallas que dificultarán la tarea a los equinos en el CSIO. «Vamos adelantando algo», apunta. No hay tregua en el hípico para nadie, ni siquiera para sus artistas.

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