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POLÉMICO. Samuel se dirige al árbitro el año pasado en Cádiz. / E. C.
Reñidos con la Copa
Sporting

Reñidos con la Copa

El Sporting se estrena mañana en un torneo que se le atraganta. Los rojiblancos se han ido a las primeras de cambio en siete de las ocho últimas temporadas

EDUARDO ALONSO ealonsoc@elcomerciodigital.com

Martes, 4 de septiembre 2007, 10:03

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La llegada de la Copa del Rey coge al Sporting encantado de haberse conocido, con la seguridad que da saber que, este año sí, los mimbres de que se dispone auguran una buena cesta. La pretemporada, salpicada con la llegada de Neru, Sergio Sánchez, Kike Mateo, Pina, Iván Hernández, Gerard y Matabuena, ha dejado buenas sensaciones. El equipo, que se llevó por delante al Poli Ejido en el estreno liguero y que el pasado sábado consiguió igualar ante Las Palmas, se estrena mañana con un único elemento en contra: una competición que se le ha atragantado en demasiadas ocasiones en los últimos años.

Parece que los rojiblancos no aprenden de un torneo despiadado, que corta esperanzas y hunde un poco más a los titubeantes. O que no quieren. Los hombres de Manuel Preciado se examinan de una asignatura en la que históricamente han cosechado muy malas notas y que bajo la tutela del técnico cántabro hay que intentar aprobar. Una meta con una gran perspectiva histórica: de las últimas ocho temporadas, en siete el conjunto gijonés se ha ido a las primeras de cambio -en la otra lo hizo en octavos-. Pero no sólo eso. El Sporting no alcanza unas semifinales desde hace doce años, cuando cayó ante el Deportivo. Historia, en definitiva.

Y eso es, precisamente, lo que quiere hacer este Sporting de Preciado. El presidente Manuel Vega-Arango tiene la convicción de que el equipo hará lo propio y lo impropio de su condición, todo cuanto sea necesario, por la Copa del Rey. Un torneo por cuyo título se está obligado a trabajar debido a los efectos monetarios saludables que puede implicar. No obstante, el divorcio con el torneo ha llevado a los dirigentes a disminuir de forma progresiva la cantidad presupuestada para ingresos por esta competición, que ha caído desde los 90.000 hasta casi prácticamente desaparecer.

Sin embargo, cuando unos ven en la Copa un medio perfecto para coronar una campaña, el técnico de El Astillero ve en ella un compromiso irremediable. En la pasada edición, no obstante, el Sporting pudo haber pasado la eliminatoria, pero la influencia arbitral y la bisoñez del sistema defensivo en la última fase del encuentro fueron determinantes. En cualquier caso, pesó más el árbitro, que fue el mejor jugador del Cádiz. O, por lo menos, el más eficiente.

El torneo de la regularidad exige paciencia y mucha resistencia; el del K.O., efectividad y resolución. Estos dos factores son, precisamente, los que le han faltado a los rojiblancos en los últimos años. El filo de la competición más imprevisible acabó con sus sueños a las primeras de cambio. La excesivas rotaciones, el césped, los largos desplazamientos, las ausencias... Excusas hay para todos, con la única verdad de que el asalto a la Copa se ha convertido en una carrera de obstáculos titánica, especialmente desde el año 2000, cuando la Federación Española inauguró la fórmula a partido único.

No agrada

La política de rotaciones de jugadores de Manuel Preciado ha sido respondida, en ocasiones, con críticas. El entrenador niega que vaya a tirar la Copa del Rey, como antes hicieron sus antecesores, pero asume públicamente que ni le agrada ni es objetivo del equipo, que tiene otras miras. Eso pese a que esta competición sea diferente. No valen las distancias en la clasificación ni los antecedentes. Pero los resultados puntuales no son el fuerte del club. Un torneo, en definitiva, maldito estos últimos años. Con Preciado, con Ciriaco Cano, con Marcelino... El denominador común entre todos ellos es que no habrá catarsis en caso de derrota.

El gafe existe y los antiguos éxitos quedan ya lejanos. Los gijoneses, en este sentido, esperan recuperar aquel espíritu que marcó los mejores años del Sporting en la competición, allá por los años 80. Ese año, los rojiblancos se auparon hasta las semifinales. El Castilla se cruzó en su camino y les dejó fuera de la final. Al año siguiente, sin embargo, el equipo sí subió el último escalón. Delante, el Barcelona de Quini, que acabó con el sueño rojiblanco y puso fin a la experiencia copera de aquella campaña. La situación se repitió la temporada siguiente. En ese caso, fue otro grande, el Real Madrid, el que evitó al capitán rojiblanco recoger el trofeo de manos de manos del Rey.

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