Secundarios africanos de lujo

Hacen la misma función en equipos que serán enemigos hasta que deje de existir el fútbol. Su físico es para asustar y los dos se han crecido como futbolistas en la prolífica liga francesa. Pero a la hora de enfrentarse, Mahamoud Diarra superó a su homólogo Touré Yayá en el enfrentamiento entre los pivotes defensivos.

El jugador madridista realizó un trabajo magistral y oscuro. Fue el líbero que su equipo necesitaba para sacar el balón y el perfecto escudero para las subidas constantes de Baptista y para que el hierático Sneijder pudiera jugar con más tranquilidad. Diarra disfrutaba con lo que estaba pasando en el campo. Todo le salía bien. Empero, su colega del otro lado sufría demasiado. Se sentía más un fontanero que un jugador de fútbol.

Touré Yayá fue el único que mantuvo el tipo en el centro del campo. Xavi estaba desaparecido y Deco, simplemente, no apareció por el Camp Nou. Con sus compañeros en esta situación, el marfileño tuvo que hacer el trabajo de tres. Y lo hizo bien, hasta que el físico comenzó a dar ciertos problemas. Ya no llegaba con tanta facilidad.

Los blancos se aprovecharon y Touré se desesperaba. Todo el mundo llegaba suelto. Ronaldinho no hacía nada; Eto'o era más músculo que fútbol y sólo Iniesta echaba una mano. Miraba al banquillo. Necesitaba que alguien le dijera algo. Pero las órdenes no llegaban. El marfileño se resigno. Al final del partido, Diarra salía triunfador, mientras que Yayá se sentaba en el suelo, vacío.