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Dio instrucciones, pero desde el banquillo. / PALOMA UCHA Comprobó cada poco el tiempo que iba de partido. / P. U. El murciano anima a sus jugadores. / P. UCHA
Camacho no fue Camacho
Sporting

Camacho no fue Camacho

El técnico de Osasuna sólo salió en cuatro ocasiones de su banquillo

JAVIER BARRIO

Lunes, 20 de octubre 2008, 04:10

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Camacho no fue Camacho en El Molinón. O, por lo menos, no mostró esa imagen tan visceral a la que tiene acostumbrados a todos los aficionados españoles. Sufrió, pero sentado y resguardado en el banquillo. Y evitó correr el riesgo de salir a la intemperie y sufrir la presión psicológica que ejercen los aficionados sobre el inquilino del banquillo rival. Pasó inadvertido en su debut y sólo salió de su 'refugio' para dar instrucciones en cuatro ocasiones contadas. Todo lo contrario que su homólogo local, quien volvió a demostrar que es un animal escénico que exterioriza sus sensaciones a cada segundo.

Pese a ello, el técnico de Cieza inició el partido con un gran seguimiento mediático. Era una de las imágenes más perseguidas de la jornada. Y la veintena de cámaras que rodeaban el túnel de vestuarios daba fe de ello. Camacho saltó al césped de El Molinón antes de que lo hiciera su equipo y tomó asiento. Casi de forma instantánea, una nube de flashes le rodeó.

Comenzó el partido con el murciano sentado. Pasaron los minutos y no daba señales de vida. Prefería la compañía de los suyos. Aunque sufrió, como el que más, con el gol rojiblanco y festejó, con la misma intensidad, el tanto del empate. A los veinte minutos salió por primera vez del banquillo para darle una indicación a Patxi Puñal, el bravo capitán navarro, en el saque de una falta. Unos minutos después abandonaba su sitio también para hablar con Juanfran. Pero, salvo estas contadas excepciones, era Pepe Carcelén, su ayudante, quien desarrollaba esa función. El de Cieza ni siquiera salió de su refugio en la jugada del penalti. Eso sí, protestó de forma airada desde allí y sus reiteradas quejas, pese a la distancia, le llegaron a Medina Cantalejo sin distorsiones.

En la segunda parte, no varió mucho el panorama y eso que Osasuna mejoró en su juego y tuvo ocasiones para lograr el empate. Pero ni con esas. El único movimiento que había en el área que limita la zona del entrenador en el banquillo visitante era del cuarto árbitro y del personal de seguridad. Salió por tercera vez para hablar con Dady.

En los últimos minutos ya no aguantó más. Los nervios se apoderaron de él. Abandonó su asiento en el banquillo definitivamente. Y dio todo un recital. Animó y protestó como nunca. Incluso se llevó una pequeña amonestación verbal del colegiado. Pero ya era tarde. El encuentro estaba visto para sentencia. Sólo quedaba felicitar al rival, abrazarse con Preciado y regresar a Pamplona.

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