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A. VILLACORTA
Jueves, 6 de noviembre 2008, 09:01
«La Universidad española debe salir de la depresión y del agujero negro en el que está metida desde hace años. Estamos acomplejados, deprimidos, sin salida». Tan oscuro como «un bajón moral» pintó ayer el panorama de la Educación Superior en España el secretario de Estado de Universidades, Marius Rubiralta. La institución académica está «inmersa en un clima pesimista», intentó suavizar la autocrítica la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia.
Garmendia y Rubiralta presentaron ayer al Consejo de Gobierno de la Universidad de Oviedo la llamada 'Estrategia Universidad 2015', «un proceso de mejora y modernización del sistema universitario», explicó la ministra, «en el que es importante que haya un acompañamiento de los presupuestos de las comunidades autónomas, porque, de lo contrario, se generarán desigualdades entre unas universidades y otras». La ministra formuló la petición al presidente regional, Vicente Álvarez Areces, al consejero de Educación y Ciencia del Principado, José Luis Iglesias Riopedre, y al rector de la Universidad de Oviedo, Vicente Gotor. Y ante ellos puso como ejemplo el incremento presupuestario de la Secretaría General de Universidades para este ejercicio, del 6%, una subida idéntica a la que baraja el Gobierno autonómico para la institución académica asturiana en 2009.
«Esperemos que el presupuesto de la Universidad de Oviedo pueda verse acompañado de un incremento moderado», confió Garmendia, que quiere una Universidad «más eficaz y más eficiente».
Este objetivo incluye, dijo Rubiralta, «un modelo que no sea de duplicación, sino de optimización de los recursos». Y así, precisó, «las Universidades que, como la asturiana, tengan más de un campus, han de redefinir su papel». También Areces abundó en esa idea: «Hay que hacer ajustes de viejas duplicaciones. Los campus han de ser complementarios. Y todo el mundo tiene que saber que habrá que hacer un sacrificio».
Bolonia «chapucera»
Será así como se consiga el denominado «campus de excelencia» que espera lograr el ministerio con la 'Estrategia 2015'. Supondrá «que las comunidades autónomas tomen la iniciativa a la hora de formular propuestas» que luego el Gobierno central financiará y que permitirá «situar a España entre los diez países más avanzados del mundo en educación» y «colocar a las mejorar a las mejores universidades españolas entre las cien mejores del mundo para ese año».
Los planes ministeriales convencieron sólo parcialmente a los decanos de las facultades asturianas, que trasladaron a Garmendia y Rubiralta sus preocupaciones. Abrió el fuego el decano de Historia, Octavio Monserrat, que se preguntó «cómo es posible que un país como España siga dedicando uno de los porcentajes del PIB más bajos de los países desarrollados a la Universidad», «cómo la adaptación a Bolonia se ha hecho de una manera tan chapucera, sin una garantía mínima de recursos y objetivos» y «cómo es posible que la Universidad de Oviedo, con 30.000 estudiantes, no pueda garantizar las metodologías».
«Se han hecho las reformas empezando la casa por el tejado», subrayó el director del Departamento de Ingeniería Química, Julio Bueno, con «angustia y tristeza», mientras que el decano de Derecho, Ramón Durán, puso el acento en las carencias de la educación preuniversitaria, «donde el debate es si se pasa de curso con tres o cuatro asignaturas suspensas y Educación para la Ciudadanía». Concha Masa, decana de Ciencias les reclamó «que hagan el máximo esfuerzo para potenciar el carácter público de la Universidad porque hay cierta alarma social con que el Espacio Europeo suponga cierta privatización».
«Entiendo que la privatización sea una amenaza. Lo que no entiendo es que sea una obsesión», replicó el secretario de Estado de Universidades. Y cerró el círculo asegurando que «el sistema público sólo va a funcionar si tiene una mayor eficacia y eficiencia».
Cristina Garmendia se trasladó luego a Gijón, donde colocó la primera piedra de la segunda fase del Centro de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación (CIDTI) de La Laboral, que en primavera del año próximo se sumará a los 85 centros de I+D que ThyssenKrupp tiene repartidos por el mundo, un centro, aseveró, «capaz de transformar la economía y el entorno local y regional».
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