Borrar
La vida
MICROCOSMOS

La vida

MIGUEL BARRERO

Jueves, 15 de enero 2009, 04:06

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La vida es una batalla campal desde el principio». Lo decía un personaje de 'La senda tenebrosa', de Delmer Daves, en la sala de espera de una estación de autobuses, y esas palabras cobran más sentido en este nuevo año que ha traído un frío afuera y otro dentro, y mientras el primero ocupa las primeras páginas de los periódicos y colapsa carreteras y convierte en frigoríficos alcobas que aún huelen a barniz, el segundo ahoga certidumbres y pone en entredicho las tres o cuatro cosas que uno creía tener claras acerca de su paso por el mundo y que en tan sólo unos segundos y merced a un resorte tan letal como insignificante (una llamada de teléfono, una conversación ajena que uno escucha sin querer, algo que se ve sin que se tenga que haber visto) acaban desapareciendo o modificando por completo la idiosincrasia que nos había parecido inmutable.

«Es imposible ganar», decía Michael O'Hara en 'La dama de Shangai', pero la lección se nos olvida y nos vemos abocados al más contumaz de los desencantos sin que aparezca ante nosotros ninguna posibilidad de escapatoria, ningún camino que nos conduzca al lugar donde las cosas vuelven a ocupar su estado anterior y más sensato, ningún artilugio dotado de esa alquimia capaz de alcanzar lo inalcanzable ni devolver una lógica que nunca ha existido a un tiempo que tampoco parece dispuesto a esforzarse para merecerla. No hay lugar para la victoria, y quizás la vida sólo consista en aprender a encajar las derrotas de la forma menos dolorosa, en estudiar la táctica más cómoda para levantarse un segundo después de besar la lona, en respirar hondo y mirar a izquierda y derecha antes de seguir de frente, al encuentro del próximo golpe, del último disparo, con la certeza de que, aunque nunca consigamos aquello que nos proponemos, siempre valdrá la pena intentarlo. Quizás todo se reduzca a andar sin pensar demasiado en el lugar al que nos llevará el próximo paso, en demorarse gozosamente en los rodeos, en olvidar las prisas y los gritos, en avanzar a sol y a sombra sin detenerse más que para sentarse de cuando en cuando a una orilla del sendero, tomarse el tiempo justo para recobrar resuello y recitar, con Stevenson, aquello de «la vida. ¿Qué es la vida? En un páramo desnudo ver el amor llegar, ver el amor marcharse...».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios