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GASPAR MEANA
Valdediós, una hermosa realidad que se quiebra
OPINIÓN ARTICULOS

Valdediós, una hermosa realidad que se quiebra

ADIÓS AL CÍSTER El arzobispo Carlos Osoro acaba de ser destinado a la archidiócesis de Valencia y su marcha curiosamente coincide con la salida de la comunidad cisterciense del Monasterio de Santa María de Valdediós. ¿Que ésta es decisión de la Santa Sede? Sí, pero con base en un informe de Osoro.

MARILDE GARCÍA SOCIA PROMOTORA DEL CÍRCULO CULTURAL DE VALDEDIÓS. PRESIDENTA ENTRE 2005 Y 2008

Jueves, 22 de enero 2009, 04:25

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N O corren buenos tiempos para Valdediós. El hermoso proyecto de recuperación del emblemático e histórico lugar que inició su andadura hace 22 años está a punto de truncarse. Tras décadas de abandono y con riesgo de ruina total, 1986 supuso para Valdediós el inicio de la restauración del conjunto conventual. Pedro de Silva, por entonces presidente de nuestra autonomía, se empeñó a fondo en el proyecto, que fue continuado por los sucesivos gobiernos autonómicos y por el Gobierno central y que contó también con el apoyo de instituciones privadas.

Como ya es muy conocido, el 29 de julio de 1992 regresaron al Monasterio de Valdediós los monjes cistercienses, es decir, la restauración física del histórico conjunto monumental fue sabia y oportunamente acompañada por la recuperación de la vida monástica, circunstancia en la que desempeñaría un papel fundamental el arzobispo Gabino Díaz Merchán. Esta presencia de los monjes cistercienses supuso para el valle maliayo no sólo nuevas perspectivas espirituales, sino también culturales y sociales.

Del esfuerzo para restablecer la funcionalidad religiosa de Valdediós pueden hablar aquellos que se desplazan a ese hermoso lugar para asistir a los actos litúrgicos oficiados por los monjes de Valdediós, entre los que merece una especial mención la misa mozárabe que tiene lugar en el Conventín los últimos sábados de mes. En palabras de Etelvino González, presidente de Cubera, «esta instauración del rito mozárabe -compartido únicamente con Toledo- supone un hecho excepcional en nuestro país y es una señal de prestigio para Asturias».

Valdediós recuperó también su condición de lugar de acogida en el camino de Santiago. La Regla benedictina recomienda que en todo monasterio haya una hospedería y en el valle de Boiges siempre ha sido así. Antes de 1835, los monjes de Valdediós tenían una casa (hospital la llamaban) en el valle para recibir a los peregrinos del camino; por esta razón, los actuales monjes de Valdediós, junto a la hospedería, tienen una sala en la que pueden dormir los peregrinos que pasan por el lugar.

Como cierre a este capítulo (que podría nutrirse con más aportaciones) procede hacer mención de la biblioteca del monasterio, en la que el trabajo entusiasta de la actual comunidad cisterciense logró reunir 20.000 volúmenes, que a lo largo de estos años fueron consultados por opositores, por investigadores, por amantes de la Historia de Asturias (3.000 de los volúmenes son de temática asturiana).

Para complementar y completar la empresa restauradora, una asamblea, celebrada el 8 de febrero de 1998 en el salón de actos del Monasterio de Santa María, sirvió de acto fundacional y de presentación del primer programa anual de actividades del Círculo Cultural de Valdediós, proyecto que respondía a una iniciativa más de Juan Benito Argüelles y Lola Fernández Lucio, que contó con el apoyo fundamental e inestimable del diario EL COMERCIO y al que desde el primer momento nos sumamos con entusiasmo un grupo de personas. No se trataba de crear una asociación más, sino que se fijó como objetivo fundamental y condicionante organizador de sus actividades el contribuir a hacer de Valdediós un foco de cultura y reflexión; desde entonces, nuestro Círculo Cultural ha tenido una presencia constante en el «Valle de Dios», y esta vinculación, casi se puede decir que integración, al lugar de Valdediós constituye su sello distintivo.

Y a lo largo de estos once años, las sucesivas juntas directivas del Círculo hemos sido testigos excepcionales del interés que mostró por la recuperación del conjunto monumental el padre Jorge Gibert y del afán que puso en ello buscando ayudas, patrocinios y apoyos para su realización. Y también lo fuimos de la satisfacción y el orgullo con que hace de guía y muestra el monasterio, los avances de su restauración y la biblioteca a todos aquellos que se interesan en conocerlo: el recorrido por el monasterio forma parte del 'ritual' de las actividades culturales que realiza el Círculo Cultural de Valdediós, nuestros conferenciantes y colaboradores diversos tienen así la oportunidad de conocer uno de los lugares más hermosos y emblemáticos de la historia de Asturias, y lo hacen guiados por su mejor conocedor y más apasionado defensor: el padre Jorge Gibert. Su condición de asociación plural nos obliga a ser respetuosos con las diferentes ideologías y a programar actividades de acuerdo con esta circunstancia, de tal manera que por nuestro foro han pasado personalidades como Monseñor Santiago Panizo Orallo, auditor del Tribunal de La Rota en España (octubre de 2005), o como Santiago Carrillo, ex secretario general del Partido Comunista de España (julio de 2006), por citar dos ejemplos relativamente recientes y significativos del espíritu plural y democrático del Círculo.

Y siempre los monjes de Valdediós han demostrado poseer un talante tolerante y respetuoso, dispuesto a facilitar la realización de las actividades que el Círculo realiza en el salón de actos del monasterio. Una muestra, sin duda, del carácter conciliador e integrador que debería ser inherente a la Iglesia de Cristo.

Fue por estas mismas fechas, hace un año, cuando los medios de comunicación lanzaron la noticia: 'La comunidad cisterciense de Valdediós tiene que abandonar el monasterio'. Una noticia que impactó en la sociedad civil asturiana. Así lo evidenciaron los reportajes, artículos, opiniones diversas y entrevistas que llenaron páginas y espacios en los medios de comunicación (no sólo en los asturianos) entre enero y marzo de 2008, y hasta se desarrollaron movilizaciones en defensa de los monjes de Valdediós

El Arzobispado, bien por boca de su propio titular o a través de portavoces (como el rector de la basílica del Sagrado Corazón de Gijón), protagonizó declaraciones, algunas poco afortunadas y en ocasiones contradictorias entre sí, y hasta emitió desmentidos a noticias sobre la marcha de los monjes cistercienses, a las que, lamentablemente, el tiempo daría la razón. Sirvan como ejemplos los siguientes: «Vaya por delante que es absolutamente falso que se pretenda ni se haya pretendido nunca trasladar contra su voluntad o expulsar a los monjes de Valdediós» ('Precisiones sobre Valdediós', Julián Herrojo, rector de la Iglesiona de Gijón. EL COMERCIO, 29/01/ 08) o «Valdediós no se cierra como monasterio y va a tener monjes» (declaraciones del arzobispo Carlos Osoro a EL COMERCIO, 5/02/08). Los Hermanos de San Juan, previsibles futuros moradores de Valdediós, son una congregación, no son una orden monacal. Sobran los comentarios.

El argumento utilizado para justificar el poner fin a la presencia de la comunidad cisterciense en el cenobio maliayo (con la evidente intencionalidad de disponer a la opinión pública asturiana a favor de la postura del Arzobispado) es el del escaso número de sus componentes. Pero no es ésta una excepcionalidad en el Císter: en la colaboración que, como es habitual, el padre Gibert escribió para la Memoria 2007 del Círculo Cultural de Valdediós, cita diez monasterios cistercienses de diversos países (cinco de ellos con la misma condición jurídica de Valdediós) en los cuales el número de monjes es semejante, y hasta inferior, a la comunidad maliaya, sin que ello turbe su vida monacal. ¿Por qué entonces este trato discriminatorio hacia el cenobio asturiano?

Como solución a su situación, en agosto de 2007 la Comunidad de Valdediós solicitó integrarse en la orden Cisterciense de la Estricta Ordenanza, más conocida como Trapa; ésta contestó al padre Gibert en octubre de dicho año generando expectativas favorables al aceptar su solicitud, la cual debía resolverse en el Capítulo General que la orden trapense celebró en Asis (Italia) en septiembre de 2008. Pero el tema ni llegó a tratarse porque Roma prohibió que así se hiciera.

El arzobispo Carlos Osoro acaba de ser destinado a la archidiócesis de Valencia y su marcha curiosamente coincide con la salida de la comunidad cisterciense del Monasterio de Santa María de Valdediós. ¿Que ésta es decisión de la Santa Sede? Sí, pero con base en un informe de Carlos Osoro, y, sobre todo, ¿no pudo éste utilizar toda su influencia, que parece no ser poca, a favor de los deseos de la orden maliaya y de tantos asturianos que estamos de su parte? Indudablemente, ésta no es una buena despedida del actual arzobispo de Oviedo.

P or último, llama la atención que la Iglesia oficial de hoy que tanta querencia muestra por la tradición -así lo evidencian la vuelta al oficio de la misa en latín, el celebrante dando de nuevo la espalda a los fieles, el propio papa Ratzinger haciéndose llamar Benedicto XVI como recuerdo y signo de veneración por la tradición monástica europea, entre otras iniciativas- no tenga en cambio ningún reparo en apartar de Valdediós a la comunidad cisterciense, la única que responde a las auténticas esencias espirituales e históricas del lugar porque es la única que nos pone en conexión con la misma fundación del monasterio, en diciembre de 1200, y con su identidad. La comunidad cisterciense de Santa María de Valdediós sí que responde a la «tradición monástica europea», no la congregación francesa que parece destinada a ocupar su lugar en el monasterio maliayés.

Valdediós es un elemento de identidad de Asturias. Ésta fue la idea que condicionó y guió su modélico proceso de restauración física, monástica y cultural, cuya perfecta imbricación están a punto de romper.

Termino estas líneas haciendo público mi respeto personal y, desde el compromiso que me une al Círculo Cultural de Valdediós, mi agradecimiento al padre Jorge Gibert, animoso y riguroso prior de Valdediós; al padre Massimo, celoso ecónomo del monasterio; al padre Lawrence, organista, además de jardinero y horticultor sensible, y al hermano Francisco Javier, silencioso, pero siempre atento a sus obligaciones.

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