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JULIO VIVAS
Lunes, 13 de abril 2009, 04:35
El colectivo El Mesqueiru, representado por vecinos de los pueblos lenenses afectados por las obras de la variante, ha vuelto a denunciar los «continuos» vertidos que se producen en el río Naredo. Es más, según la asociación, «se producen a diario y proceden de todas las empresas que trabajan en la variante».
No es la primera vez que denuncian el derramamiento de sustancias contaminantes, aunque señalan que «ya no son hechos puntuales». El Mesqueiru ha detectado vertidos en Los Pontones, San Blas, Sotiello y La Caleya. En este último pueblo, según afirman, han intentado denunciar los hechos en varias ocasiones, «sin que las autoridades hayan atendido nuestras reivindicaciones». En otros casos, según apuntan, «han cesado los vertidos después de dar parte a la Benemérita».
Ante esta situación, El Mesqueiru pide a la Guardia Civil «que acuda en todos los casos de denuncia medioambiental y curse las que peticiones están presentadas. Además -añade la organización-, debería investigar el caso de las truchas que aparecieron muertas». Los vecinos han remitido sus reivindicaciones también a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico y a la Fiscalía de Medio Ambiente.
Asimismo, también pide responsabilidades al Ayuntamiento. «Queremos que nos defienda y que el alcalde ordene más vigilancia a los agentes de la Policía Local. En definitiva, queremos que actúe como representante de los vecinos y del concejo».
Esta queja se une a otras denuncias presentadas por El Mesqueiro. La última está relacionada con el desalojo de dos viviendas en Ronzón, que quedaron en muy mal estado debido a las detonaciones de las obras de la variante de Pajares. Se trataba del Palacio de los Bernaldo de Quirós y otra casa del pueblo, propiedad de la Fundación Ronzón. Ambas estaban ocupadas por miembros de la asociación cultural Escanda.
Estos vecinos tuvieron que realojarse en otra vivienda del pueblo. Mejor suerte corrieron otras dos viviendas ocupadas que, a pesar de las grietas, no corren peligro de derrumbe. Sus habitantes afirman haber sentido «miedo», ya que las detonaciones «se producían a cualquier hora del día»
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