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Dolores
EL INVENTO DEL MALIGNO

Dolores

JOSÉ JAVIER ESPARZA

Miércoles, 20 de mayo 2009, 05:16

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Ruidosa conmoción nacional: el fracaso sin paliativos de Soraya y TVE en el festival de Eurovisión está removiendo profundísimos malestares. Es interesante ver las reacciones de la mayoría de nuestros conciudadanos sobre el particular. Parece que a los españoles no les inquieta sobremanera que tengamos unas cifras espantosas de fracaso escolar, un paro brutal y una productividad mejorable, pero, por el contrario, consideran intolerable humillación para el orgullo nacional un puesto tan bajo en el fiestorro eurovisivo. Seguramente una cosa tiene que ver con la otra. Y puestos a buscar razones para el descalabro de Soraya -que, es verdad, resulta objetivamente desproporcionado, porque la canción no era tan mala-, uno descubre las argumentaciones más fantasiosas. No vale la pena entrar en ese proceloso mundo del resentimiento, porque el paisaje da de sí lo que da. Pero, de todo lo que se está diciendo, hay una línea argumental que sí merece comentario, porque toca directamente al meollo de la cuestión, y es la siguiente: parece innegable que en el fracaso de Soraya ha influido mucho el desplante de TVE a Eurovisión, al emitir en diferido la semifinal. Todos sabemos que Soraya estuvo a punto de ser excluida de la gran gala por esa falta de TVE, y parece lógico concluir que, aunque al final actuara, el manchón era ya indeleble. ¿Había consigna de Eurovisión a los otros países para rebajar los eventuales votos que la cantante española pudiera recibir? Soraya dice que sí y culpa a TVE. Ésta, naturalmente, preferirá pensar que todo es obra de una conspiración (judeomasónica o neoliberal, lo mismo da), pero su responsabilidad es difícilmente refutable. Alguien ha metido la pata y sería lógico que diera alguna explicación.

Ahora bien, aun computando el error de TVE como causa mayor del desastre, hay otra realidad que tampoco puede negarse, a saber: por fas o por nefas, el hecho es que nada de lo que TVE viene presentando en los últimos años despierta el menor interés entre el público de estos festivales. TVE ha probado de todo, desde 'onda gay' hasta 'lolailo', pasando por macarrismo playero, hembras carnívoras e incluso un 'clown', y el resultado ha sido invariablemente un suspenso. Porque, además, el problema no es que no 'hayamos' ganado, sino que 'nos' han condenado siempre a las últimas posiciones. Y esto, se mire como se mire, no es normal. Si observáramos el asunto con distancia y objetividad, la única conclusión posible sería esta: aquí lo que hay es una evidente falta de talento y de eficacia. Y buscar otros refugios no es más que marear la perdiz.

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