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Unas pesetazas se habrá ahorrado la SOF al reutilizar la lona del año pasado para el escenario de los conciertos de la plaza de la Catedral. Un parche con una mano de pintura negra y un '9' dibujado, preludian dos tachones para San Mateo de 2010./J. DÍAZ
Esto es Esparta
Oviedo

Esto es Esparta

POR DAVID REMARTÍNEZ

Domingo, 13 de septiembre 2009, 04:34

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Siempre hubo algo extraño en La Ería, un nosequé recóndito, un pálpito antiguo, un aire arcano. Esa densa bruma matinal en el parquecillo de Paraxuga..., la amenazante soledad dominical de Alejandro Casona..., el parking imposible del Mercadona.

Un enigma hondo, un misterio en el barrio.

Hasta que llegó Salvador Pérez Arroyo y lo desveló.

Fue el miércoles. Visitaba las obras del talud de La Ería junto al alcalde y el antiguo alcalde de Llanes. Y, para explicar su diseño a los políticos, periodistas y por extensión a todos los vecinos, para visualizar en sencillas palabras su singular proyecto, el arquitecto dijo: «Estéticamente puede parecer un viejo muro de construcción ciclópea de la arqueología Micénica».

Oye: clavao.

Tanto, que al día siguiente algo había cambiado. A primera hora, los jubilados que inspeccionan desde hace semanas los trabajos de Sánchez y Lago parecían otros. Sobre las vallas, y mientras las nieblas condensadas de Paraxuga se colaban sibilinas por las gradas del Tartiere, asomaban lanzas, cascos, capas, espadas; una suerte de ejército de viejos espartanos. Y, rompiendo el silencio, un grito unísono, el de todos aquellos jubilados en formación castrense exhortando a los obreros: «¡Operario, vuelve esta noche a tu casa con tu escudo, o sobre él! ¡Aú!».

Así fue.

Porque Pérez Arroyo había desvelado a los vecinos de La Ería su auténtico origen, su conexión íntima y terúlea con el Peloponeso. 'Aqueos: vivís en La Ería de Micenas, sobre el talud de Agamenón. Y para que jamás olvidéis vuestro albor, os añadiré junto al pétreo muro un auditorio al aire libre donde podréis rescatar las obras de Esquilo y loar la gloria de vuestros héroes'.

Luego el alcalde ya dijo que también se podrían hacer conciertos normales, la Pantoja y así, y Arroyo se bajó de la grúa, se quitó la cabeza de Minotauro y se puso la americana, mientras alguien apagaba con tierra la llamina del oráculo, otro preguntaba dónde caía exactamente el Egeo, si pasaba cerca del Nora, y la comitiva seguía visitando obras del 'Plan E' en Rubín, donde irán las piscinas para «Teatinos-Pumarín», una idea buenísima, porque con sólo un edificio das de bañar a tres barrios y te ahorras una pasta en dracmas.

En fin: la frase de Arroyo ha sido la mejor de la semana. Y eso que el lunes hubo Pleno.

Otras músicas

Sin embargo, su idea de sacar la música a la calle ha recibido pronto parangón: la zarzuela que los vecinos de El Cristo se montarán el día 20 en la esplanada de entrada al Palacio de Calatrava.

Imaginándola, esa representación lírico-popular gozará también una atmósfera arqueológica: vecinos cantando bajo una estructura de inmensas columnas tumbadas sin terminar y ya oxidadas, cual partenón blanco del siglo XXI esperando la modernidad.

Hasta que Jovellanos XXI sea Jovellanos NX, más o menos.

Los de El Cristo pidieron subvención para el concierto, por cierto.

Y Pecharromán, que es del PP de toda la vida como Gabino de Lorenzo, pidió que la Fundación Príncipe lleve su museo a Gijón.

Vale, bien. Pero ahora el alcalde ateniense tendrá que meditar si alista a sus ejércitos de oposición como hiciera con Avilés, que también pretendió lo mismo, hasta que se encontró con el ingeniero de minas atrincherado en las Termópilas de la capitalidad.

¡Aú!

¡Jamás!

«¡Jamás, jamás, jamás!», que chirigoteó Rivi esta semana en sus alegaciones a la prohibición de fotocopiar informes municipales.

'¡Jamás, jamás, jamás!', que braman los vecinos de La Ería sobre la otra música aprobada, la que ofrecerá en directo la nueva discoteca del Tartiere, presentada por el club el viernes y cuya pista o «sala polivalente» rondará los 800 metros cuadrados de luz y de color.

La presidencia del Real Oviedo no encuentra motivo de queja: la sala de fiestas estará «totalmente» insonorizada. Pero protestas hay, permanentes. Que no, que no, que no; ni por san Peter. Paciente, el club recomendó a los afectados que dirijan su malestar por «los cauces apropiados».

Muy político.

Pero cuidado, troyano: los cauces del barrio los acaba de refundar el arquitecto Pérez Dédalo. Tierra de cíclopes y escenario de gestas, la Acrópolis de La Argañosa no tendrá nunca más vecinos: cada habitante, sea guaje o anciano, es ya, todo él, un soldado.

Así que ¡aú!

Que no a la discoteca, vamos.

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