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Argentina García Pantiga acompañada de sus dos hijas Elena y María José durante una celebración familiar.
«A los sobrinos en su testamento les dejó absolutamente de todo»

«A los sobrinos en su testamento les dejó absolutamente de todo»

La cuidadora a la que el Supremo reconoce su derecho a recibir un piso legado en una nota a mano afirma que los herederos desobedecieron a su tía

MARCOS MORO

Viernes, 5 de diciembre 2014, 00:30

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«A ellos en su testamento les dejó absolutamente de todo: un edificio entero en Oviedo, terrenos, un palacete en Pola de Lena...». Así lo asegura Argentina García Pantiga, la mujer a quien el Tribunal Supremo acaba de reconocer su derecho a disponer como heredera de un piso en la calle de Marqués de Casa Valdés. Un céntrico inmueble que la anciana sin descendencia a la que cuidó los últimos años de su vida le quiso legar, para agradecerle sus atenciones, con una nota manuscrita que redactó nueve años después del escrito de herencia firmado ante notario en favor de los hijos de sus hermanos.

Tras convertirse en protagonista de una noticia de repercusión nacional, por lo inusual de la sentencia del alto tribunal que ha reconocido como testamento válido esa nota escrita a mano por la anciana, Argentina, que se encuentra de vacaciones con el Imserso en Benidorm, asegura estar «muy defraudada» con los sobrinos de doña Olvido por «desobedecer» la última voluntad de su tía que «a mí siempre me tuvo en mucha consideración».

La mujer, de 84 años y una pensión de viudedad mínima, no entiende por qué los familiares de María Olvido González Regueral Bailly, cuya estirpe está enraizada con la del ilustre ingeniero leonés Salustio González Regueral con calles en Gijón y en La Felguera, «no respetaron» lo que su pariente «dejó por escrito» para ella: la entrega de un piso en el número 68 de la calle de Marqués de Casa Valdés y un cheque por valor de 12.000 euros. El Supremo no admitió como supuesto legado la suma de dinero al contado porque el posible deseo de la testadora, a diferencia de lo que ocurrió con el piso, estaba en un texto no fechado ni firmado.

Tina, que era como la llamaba cariñosamente su benefactora, describe como «interesada» la relación de los sobrinos con su tía, ya que en un momento dado dejaron de visitarla, salir a comer con ella y pasar temporadas en su casa. «A última hora nos consideraba a mí y a mis hijas como su propia familia, porque éramos las únicas personas que estábamos habitualmente con ella», abunda. Y tras su defunción, Argentina asegura que es la única que cumple con el rito de honrar su memoria en el cementerio de Ceares, donde sus restos reposan en un panteón junto con una tía (su marido está enterrado en Avilés). Tal y como se comprometió a hacerlo en vida de doña Olvido.

La cuidadora de la anciana, que empezó a trabajar para ella cuando Olvido tenía 90 años y estuvo a su lado hasta su muerte con 106, asegura que «su única pena» es que durante el tiempo que estuvo como interna en una vivienda cerca de La Escalerona, nunca la aseguró. «Pensé que el trabajo sería para poco tiempo y la mujer duró mucho. Nunca pensé en que llegaría a los 15 años cotizados, esa es la realidad», explica con sinceridad Tina, que dice que en todos esos años de cuidados en casa de la anciana «jamás tuve vacaciones y todos los veranos íbamos como mínimo un mes a Madrid, donde residen sus sobrinos».

Pensión de 630 euros

Respecto al piso que puede empezar a disfrutar como heredera legal no sabe si será finalmente más una condena que una recompensa al cariño que le dispensó a la anciana. La razón es que al no ser familiar directa de la testadora está obligada a tributar en concepto de impuesto de sucesiones mucho más de lo habitual. Entre el 20 y el 30% del precio de tasación del inmueble. Como si se tratase de una donación. Argentina quiere que sean sus dos hijas Elena y María José, profesora y psicóloga clínica respectivamente, las que decidan qué hacer con la vivienda de Marqués de Casa Valdés, muy antigua y en un edificio cuyo futuro parece ser más pronto que tarde la demolición para construir uno nuevo. «Con mi pensión de 630 euros yo tendría que renunciar al piso, porque no podría asumir pagar esos impuestos», reconoce. Argentina García Pantiga ha sido asesorada legalmente en este pleito que ha resuelto el Supremo por el abogado ovetense Eduardo Estrada Azcona.

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