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El artista Marco Navas mira hacia uno de sus expositores en la Fundación Alvargonzález.
Miniaturas con mucha historia

Miniaturas con mucha historia

Sherlock Holmes, Poe, Carlomagno, seres mitológicos y de cómic dan forma a la colección de 160 piezas que se muestra desde hoy en la Fundación Alvargonzález

JESSICA M. PUGA

Viernes, 18 de noviembre 2016, 04:48

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Para formar parte del universo de Sherlock Holmes no hace falta viajar a Baker Street, como tampoco hace falta salir de Gijón para entrar de lleno en el imaginario de Edgar Allan Poe o recordar la historia de 'Moby Dick'. Todos estos mundos y muchos otros se exponen desde hoy -se inaugura a las 19.30 horas- en la Fundación Alvargonzález de Gijón contados bajo la perspectiva del miniaturista Marco Navas. La muestra 'Narrar sin palabras. Miniaturas' está compuesta por 160 piezas -figuras, escenas y dioramas- repartidas en cuatro grandes bloques temáticos -histórico, literario, cómic y fantástico- sacados del imaginario particular del artista gijonés tras haberle dado forma en su taller. «Lo que hay en las vitrinas no son maniquíes, sino pequeños cuentos narrados sin palabras. El hilo conductor es la historia que lleva implícita cada pieza», explica su autor remitiendo al título de la muestra.

El público que hasta el 2 de diciembre visite la sede que la Fundación Alvargonzález tiene en Cimadevilla verá a Teodora de Bizancio, a Justiniano, a Carlomagno, a la Alicia del país de las maravillas y a multitud de personajes anónimos. «Soy de la opinión de que la historia la escriben los desconocidos, aunque luego solo queden en la memoria los grandes nombres», explica Navas. Pero solo los que sepan mirar verán la historia que hay más allá de las miniaturas talladas con mimo y todo lujo de rasgos.

«Son los pequeños detalles los que engrandecen la vida», asegura el artista, dedicado al mundo de la miniatura por completo desde los años 90. Una profesión que quiere reivindicar: «Las miniaturas no son juguetes y no son para niños, no exclusivamente, al menos», dice, e indica que pensar así en países como Francia, sin ir más lejos, suena impensable. «Fuera de España hay una diferencia cultural abismal, pero es que en este país nada que tenga que ver con la cultura está cuidado», lamenta, pero no achaca todos los males de la situación a la crisis o a la voluntad de las élites políticas, sino a lo que supuso una Ilustración que en España pasó prácticamente de puntillas.

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