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El Cristo de la Paz y el sagrario, en La Merced de Burgos.
«El Cristo de la Paz  y el sagrario son propiedad de Gijón»

«El Cristo de la Paz y el sagrario son propiedad de Gijón»

Los feligreses de la Iglesiona reclaman a La Merced de Burgos que devuelva las dos piezas realizadas con la donación de los fieles

OLAYA SUÁREZ

Lunes, 28 de noviembre 2016, 01:46

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«El Cristo de la Paz y el sagrario tienen que estar en la Iglesiona, no se concibe que estén en otro sitio que no sea aquí y más teniendo en cuenta que fueron costeados por donaciones de los gijoneses». La opinión de los feligreses en la misa de la una de la tarde ayer en la basílica del Sagrado Corazón era unánime: «La iglesia de La Merced de Burgos tiene que devolver las dos piezas a su lugar original», en referencia a la imagen y a la joya que permanecieron en la Iglesiona desde 1924 hasta 1998 y que ahora lucen en el templo burgalés, después de que la Compañía de Jesús firmase con al Arzobispado la entrega de la basílica del Sagrado Corazón.

«Me gustaría que estuvieran aquí para poder contemplarlas cuando vengo a misa. Llevo toda la vida vinculada a la Iglesiona y no entiendo que si el Cristo y el sagrario salieron de aquí no las podamos disfrutar ahora, como así fue durante 70 años», lamenta Consuelo Rodríguez, fiel a su cita en el templo y devota del Sagrado Corazón.

Con esa misma certeza se pronuncia Clara Díaz Alonso, estrecha colaboradora de la Iglesiona. «Creo que deberían volver, aunque la decisión es de los Jesuitas; esperemos que lleguen a un acuerdo y así estemos todos contentos», comentaba mientras vendía lotería para la parroquia a la puerta del templo. Más contundente es José Manuel Rodríguez Fernández, vecino de El Llano y asiduo al templo de la calle Jovellanos. «No estaba al tanto, lo leí en EL COMERCIO y me parece una desfachatez que si las imágenes las hicieron con los donativos de parroquianos las hayan enviado a otra provincia y encima ahora no las quieran devolver. Es casi, casi como un robo...», aseveró.

Tanto el que fuera arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro, como el antiguo rector de la Iglesiona, Julián Herrojo, solicitaron hasta tres veces a los Jesuitas entre 2005 y 2010 que accedieran al retorno a Gijón del Sagrario y el Cristo de la Paz en calidad de depósito. En todas las ocasiones recibieron una negativa por respuesta. Los feligreses no piensan quedarse con los brazos cruzados. Un grupo de personas ha iniciado una campaña de recogida de firmas para sustentar una nueva demanda a la Compañía de Jesús. Las rúbricas de apoyo se pueden plasmar en la farmacia Escalera (calle San Bernardo), El Tritón (calle Menéndez Valdés), boutique Meana (San Agustín) y Viriato (Cabrales con Casimiro Velasco).

Tras la pista en Loyola

El matrimonio formado por Félix Álvarez Junquera y Esperanza Díaz ya ha contribuido con su firma a la causa. Es más, creen poder aportar pistas sobre el primer destino del sagrario cuando salió de Gijón. «Da la casualidad que fuimos con un grupo de gente de excursión al monasterio de Lourdes y paramos a comer en Loyola, visitamos la basílica y cuando uno de los jesuitas se enteró que éramos de Gijón nos preguntó: ¿No os suena ese sagrario de plata? Nos explicó él mismo que era el que durante más de setenta años estuvo en la basílica del Sagrado Corazón de Gijón», relatan. Desconocen si se trata de el mismo, «aunque todo apunta a qué sí». Lo que tienen claro es que tanto la imagen del Cristo como el Sagrario «son propiedad de Gijón». «Tienen que acceder a traerlos para aquí, no tiene sentido que sabiendo dónde están y sabiendo de dónde salieron, no quieran devolverlos»», consideran.

El propio sagrario reproduce en su frontal la fachada de la Iglesiona. Tanto esa pieza como el Cristo de la Paz del escultor Miguel Blay fueron sufragrados por feligreses. El primero, tras la cesión de numerosas alhajas para su fabricación en la Casa Tiestos de Barcelona en oro, plata y maderas nobles y olorosas; y el segundo, encargado y pagado por el gijonés César Carvajal en 1924, año inaugural del Sagrado Corazón. En 1998, los jesuitas entregaron el templo despojado de sus grandes tesoros. Su primer destino fue un almacén de Valladolid y tras el incendio que asoló en 2001 la iglesia de La Merced de Burgos y su posterior restauración, el sagrario y la cruz gijonesas pasaron a presidirla.

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