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NACHO PRIETO
Miércoles, 4 de enero 2017, 01:23
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Les dicen que no van a tener problema, porque el relevo de la empresa que prestaba servicio hostelero en el Real Grupo de Cultura Covadonga ya está firmado y el contrato compromete con claridad a la nueva empresa a subrogar sus contratos desde el pasado día uno de enero, que es cuando se supone que tiene efectos la adjudicación; pero ellos llevan tres días acudiendo a su puesto de trabajo y nadie les da ocupación ni les garantiza el sueldo, así que expresan su inquietud y malestar permaneciendo ante las instalaciones grupistas, en demanda de papeles que justifiquen su tranquilidad.
En ese contexto, los trabajadores del servicio hostelero del Grupo celebraron ayer una reunión con los responsables de la nueva concesionaria, en la que fueron informados de que el contrato con la entidad deportiva ya está firmado y la obligación de subrogar sus contratos está clara, pero es legalmente imprescindible que tanto la empresa de origen como la de destino tramiten una documentación laboral y hasta ahora no fue posible concertar el momento o la forma con el anterior concesionario.
La situación no deja de ser singular y extraña. Por una parte, porque suele ser más reacia a una subrogación la empresa receptora de los trabajadores que la que los pierde. Por otra, porque puede haber dudas sobre la entidad que debe atender los derechos de los trabajadores desde el pasado día uno, ya que una cosa son los contratos laborales existentes y otra los acuerdos concesionales que alcance el Grupo con sus proveedores de servicios. Quiere decirse que cabe interpretar que, mientras no se produzca la subrogación, el empleador sigue siendo quien lo fue hasta el 31 de diciembre, porque esa circunstancia es independiente de que un acuerdo entre el Grupo y la nueva concesionaria prevea la subrogación. Se da la circunstancia, además, de que el antiguo concesionario de la cafetería del Grupo en Las Mestas sigue siéndolo de la cafetería del Grupo en Mareo, de manera que el embrollo es total.
Mantener la presencia
En medio del lío, los trabajadores pagan las consecuencias de la incertidumbre, porque reciben palabras tranquilizadoras, pero ningún documento que les garantice que van a cobrar este mes.
En esas circunstancias, su intención es mantener la presencia en el entorno grupista para acreditar que siguen presentándose a trabajar, aunque nadie les proporcione ocupación y tengan, incluso, problemas para permanecer a las puertas del Grupo, porque no falta quien afea su actitud.
Lo único a su favor es que, aunque las cosas parezcan muy complicadas, todo se puede resolver en poco tiempo si las dos empresas implicadas en el asunto logran ponerse de acuerdo para hacer lo que, aparentemente, precisan hacer.
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