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EVA FERNÁNDEZ
Domingo, 23 de abril 2017, 02:16
El yacimiento arqueológico de Veranes, conocido antiguamente como Torrexón de San Pedro, fue descubierto hace un siglo por el entonces ecónomo de la Abadía de Cenero, Manuel Valdés Gutiérrez (La Felguera, 1880-Gijón, 1962), a su llegada a la parroquia. Allí se encontró con unas ruinas abandonadas y, según las investigaciones, «se indignó ante el descontrolado expolio que los vecinos hacían de todo lo aprovechable que todavía quedaba entre aquellas ruinas y se llevaban a sus casas».
Aficionado a la arqueología, al ecónomo convertido en párroco le llamaron la atención algunos restos arqueológicos e inició su estudio. Alguno de estos elementos acabó en el pórtico de la iglesia parroquial que este año será restaurado. Manuel Valdés quería averiguar la procedencia de aquellas ruinas que se extendían sobre una hectárea de terreno al sur de Gijón, cerca del camino de la Vía de la Plata. Especialmente, fijó su atención en una estancia octogonal que reflejó de su puño y letra en un plano bajo la denominación de monasterio de Santa María. En el documento, que se reproduce unas líneas más abajo, anotó incluso la inclinación de terreno.
Con todas estas pruebas, en 1919, el precursor de la villa de Veranes acudió a informar al entonces alcalde de Gijón, Gil Fernández Barcia. Quería compartir la importancia histórica que guardaban aquellos restos bajo los cuales, ya muy avanzado el siglo, se descubriría que escondían el recuerdo de Roma: una típica explotación agropecuaria de la época. Gil Fernández, según rescata una publicación posterior, «le escuchó con cierto escepticismo porque no estaban las excavaciones arqueológicas entre sus prioridades municipales». Años más tarde, en 1935, la revista Blanco y Negro publicaría que el primer edil gijonés «hizo entrega entonces de 49 pesetas al párroco de Veranes para la conservación de aquellas ruinas». A pesar de la escasez de medios, fue pionero en las investigaciones sobre el yacimiento. Los informes constatan que el religioso realizó catas y descubrió no solo una importante necrópolis medieval sino también tuberías y los muros originales de la villa.
Primera sede episcopal
Valdés dejó constancia de sus descubrimientos en algunos libros, con descripciones vehementes en las queda reflejado su defensa de la importancia de Gijón en la historia de Asturias. Sobre el monasterio de Santa María publicó que fue la primera sede de los obispos de Asturias. «La historia de Gijón, hasta principios del siglo XV, se desarrolla dentro de los actuales límites de la actual parroquia de la Abadía de Cenero. Gijón fue sede episcopal y ésta tuvo su asiento en la iglesia trascendental de Santa María de Veranes», concluyó. Las afirmaciones del párroco atrajeron el 16 de abril de 1964 al arzobispo de Oviedo, Vicente Enrique y Tarancón, a visitar las ruinas del monasterio. En las actividades programadas para conmemorar el centenario del hallazgo de la villa romana, está prevista la charla sobre 'El cura Manuel Valdés Gutiérrez, un visionario heterodoxo' a cargo del escritor Manuel Fernández, bautizado por él y quien fue su monaguillo durante varios años.
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