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M. M.
Lunes, 24 de abril 2017, 01:28
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Ocurrió el sábado en la calle San Nicolás, de Pumarín. Cuando pasaban ante un contenedor de basura, Aaron Estévez y su novia escucharon «unos lamentos, algo que agonizaba, que se asfixiaba». Su primer pensamiento, según refirió, fue que se trataba de un bebé. Abrieron el contenedor y empezaron a buscar entre las bolsas a ver de dónde salía el quejido hasta que dieron con ella. Dentro de una bolsa de basura llena de desechos domésticos había otra atada y dentro hallaron una gaviota (la de la imagen).
Tras unos cinco minutos exhausta, la gaviota empezó a moverse y a caminar y, finalmente, «se fue volando», según refiere su rescatador. «Se puede ser una persona supuestamente humana y tener menos sensibilidad que un pedrusco», reflexionó Estévez sobre el autor de esta atrocidad.
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