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PALOMA LAMADRID
Domingo, 30 de abril 2017, 00:43
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Rechazan el término sordomudos porque ellos tienen una lengua: la de signos. Un sistema muy desconocido para la sociedad en general, pero que a las personas carentes del sentido del oído les resulta fundamental. Recientemente, todos los informativos del país hablaron del gesto que tuvo Isco en el último partido disputado entre el Sporting y el Madrid para celebrar un gol. A petición de una niña gijonesa, cuyos padres son sordos, el futbolista hizo un signo que significa 'te quiero'. Pero en inglés. Porque existe una creencia muy extendida acerca de la universalidad de la lengua de signos. Y no es así, aunque sí es cierto que existe un sistema muy básico denominado Sistema de Signos Internacional (SSI).
Pero igual que el español tiene unos rasgos propios en sus vertientes oral y escrita, también en los signos. Hace ya diez años que la ley 27/2007 reconocía esta lengua en España. Pero pocos avances se han producido en esta década. «Todavía no se ha hecho efectiva. Seguimos luchando para que el Gobierno la haga realidad», indica Javier Piñera, presidente de la Federación de Personas Sordas del Principado de Asturias (Fesopras).
Los ciudadanos que padecen discapacidad auditiva se enfrentan a numerosos obstáculos en su día a día por la falta de apoyo que encuentran por parte de las administraciones. Por ejemplo, la escasa presencia de intérpretes o personas con nociones de la lengua de signos en las instituciones y servicios públicos. Una carencia aún más sangrante en el terreno educativo. «Los alumnos sordos solo tienen algunas asignaturas en lengua de signos», apunta Piñera, lo que supone una dificultad añadida en el aprendizaje.
Educación bilingüe
Porque este sistema de comunicación «contribuye a comprender y dar sentido a los mensajes en lengua oral», explica. La apuesta del movimiento asociativo de las personas sordas se centra en impulsar una educación bilingüe, que integre tanto la lengua de signos como la oral. En Infantil y Primaria, aclara Piñera, «la figura idónea no es el intérprete, sino el educador sordo», en el que los niños de corta edad puedan verse reflejados. Una vez que ya conocen la lengua de signos, sí es conveniente contar con una persona que la maneje. Asimismo, destaca que es compatible el uso de audífono e implante coclear con la lengua de signos porque facilitar el acceso a la información auditiva del habla «no está reñido» con usar las manos para comunicarse.
Fesopras ofrece un importante apoyo a sus socios para esquivar las trabas que les impone la sociedad. «En ocasiones, es como si fuéramos extranjeros en nuestra propia tierra», afirma Piñera. Hacer gestiones cotidianas se convierte en un proceso complicado muchas veces. Resolver papeleo en el Ayuntamiento o ir al médico no es fácil cuando los interlocutores no pueden comunicarse entre sí. «La discapacidad no está en la persona, sino en el entorno que nos discapacita», subraya el presidente del colectivo. En Fesopras, organizan cursos de lengua de signos española para ayudar a extender este lenguaje.
Cursos para funcionarios
Algunas administraciones locales costean estos talleres a sus funcionarios para facilitar la atención a las personas sordas. También hay empleados públicos que acuden, por sus propios medios, para mejorar sus habilidades comunicativas. Aunque no todo son obstáculos. Las nuevas tecnologías han supuesto un gran avance. Más allá de los despertadores luminosos y los timbres con luz, internet ofrece la posibilidad de que un intérprete medie entre una persona sorda y su interlocutor.
SVIsual es un servicio de vídeo-interpretación en tiempo real que ya han incorporado diferentes instituciones, como la Policía Nacional, así como empresas privadas. Por otro lado, el presidente de Fesopras pone en valor el papel del movimiento asociativo, que supone un refugio en el que poder sentirse «libres». En Gijón, la Asociación de Personas Villa de Jovellanos es uno de estos lugares. Presidida por Eva María Estévez, organiza un nutrido abanico de actividades a lo largo del año para todos sus integrantes, de distintos rangos de edad. Todos ellos, con ganas de vencer las barreras.
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