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Un ciudadano recorre el pasillo central del Drugstore hacia el acceso instalado en la céntrica calle Asturias.
«El Drugstore necesita movimiento»

«El Drugstore necesita movimiento»

Creen que «hace falta un atractivo que devuelva el tránsito a estos pasillos». Comentan que «a la gente mayor le da miedo pasar por aquí»

EVA FERNÁNDEZ

Domingo, 4 de junio 2017, 01:50

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Ocho negocios ocupan hoy el Drugstore de Donato Argüelles, que comunica con las calles Asturias y Jerónimo González. Se trata de tres establecimientos hosteleros, una librería, una tienda de golosinas, una peluquería masculina, una tienda de dietética y la oficina de una empresa de limpiezas. Son las únicas persianas que se levantan cada día en este emblemático emplazamiento, la primera galería comercial que hubo en Gijón, venida a menos tras el cierre de la piscina Panchano -en diciembre de 2009- y de las instalaciones del centro Gallego -en verano-.

Sus titulares, a excepción de uno que además es propietario, apoyan la iniciativa de la propiedad de revitalizar el Drugstore con la búsqueda de inversores que impulsen la oferta comercial y completan el espacio disponible. «Todo lo que sea devolver el tránsito a estos pasillos, estupendo», manifestó Estefanía Álvarez, que abrió la librería '4 Letras' -en el local de la entrada por la calle Asturias- hace cuatro años. En su opinión, «la estética es triste y está anticuada. Así se incentiva poco la compra».

Estefanía Álvarez explica que «ya estaba en decadencia cuando nos instalamos. Era una lugar maravilloso, emblemático en Gijón y ahora está de capa caída. Sería interesante que los dueños emprendieran iniciativas para dar uso a tanto espacio vacío». La librera añade que «hay libres muchos metros para uno o varios negocios que nos aporten mayor visibilidad a los que estamos aquí y atraigan más afluencia de público. Esto necesita más movimiento porque pasa casi inadvertido». A esta comerciante le gustaría, como reclamo, que la galería pudiera acoger «un uso deportivo municipal porque en el centro no hay instalaciones de este tipo y eso mueve mucho público. Pasaba con la piscina».

Según dice, «los mayores tienen miedo de pasar por aquí. Y eso que ya pusimos música ambiental de fondo para intentar atraer más clientela y que esté más acogedor». Enfrente se encuentra 'Revoltijo', una tienda de golosinas. Tras su mostrador está Laura Asprón. Hace seis años que regenta el negocio pero lleva en el Drugstore «desde los 11 años y tengo ya 50. Mis padres tuvieron antes un comercio de perfumería y bisutería, 'Layma'». En su caso, el establecimiento lo tiene en propiedad, sobre veinte metros cuadrados. «Le falta movimiento, esto no es sombra de lo que fue y desde que cerraron la piscina peor porque antes andaban las madres de los críos que venían a los cursillos y siempre había ambiente», dice.

Buen sitio para resguardarse

En mitad del pasillo, se encuentra la única oficina abierta, una empresa de limpieza. Es un espacio reducido. «No necesitamos más. Llevamos en el Drugstore 25 años. Tuvimos ya tres ubicaciones en este pasillo. El cierre del locutorio y de la floristería se notó mucho también», dice la empleada. Enfrente, David Álvarez lleva cuatro años al mando de la cafetería Arrieta, «un lugar de siempre de Gijón», aprecia. En su opinión, «estaría genial darle vida a las galerías. Pese a que están en pleno centro de Gijón es complicado que la gente entre. Resistimos los que tenemos salida a la calle. Hay gente que ni se atreve a cruzar el túnel porque no sabe a dónde va a parar».

En la salida de la calle Jerónimo González está la peluquería Uría de Jesús Barrero. Lleva 16 años como arrendatario. Por 15 metros cuadrados paga 689 euros al mes. «Llevamos dos años para crear una plataforma e impulsar la manzana con los comerciantes de estas calles. Queremos lanzar campañas conjuntas para dinamizar este eje comercial». Cree que la propiedad debería buscar nuevos inversores pues «todo lo que sea impulsar los comercios y traer más movimiento es bien recibido». En la otra esquina, María Luisa Álvarez, regenta una tienda de productos dietéticos desde hace un cuarto de siglo.

«Tenemos muchos bajos vacíos. Abren y cierran a los dos días porque estamos rodeados de grandes superficies con los que es imposible competir». En su opinión, «Marta Montes, una de las propietarias, tiene mucha motivación por sacar esto adelante pero todo está muy muerto. Quizá debieran ponerlo más psicodélico para que invite a entrar. Sobre todo, en invierno. Es un buen sitio para resguardarse pero no triunfa».

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