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SUSANA D. TEJEDOR
GIJÓN.
Domingo, 22 de noviembre 2020, 00:43
Tatiana Ruiz no puede contener las lágrimas al contar que nunca había cerrado más de quince días al año en las dos décadas que lleva en la cafetería Bambi, «todo un clásico en el Polígono de Pumarín», dicen sus vecinos.
«Cierro porque no queda más remedio pero en hostelería no hay culpables y desde que llegó la pandemia vivimos el día a día». Además, las reuniones entre los jóvenes van a seguir celebrándose, estén o no estén abiertos los bares. Esta es la opinión de María José Turrado, al frente del café Malva desde hace 22 años. «Estoy como si acabase de empezar en este negocio, yo que en todo este tiempo he trabajado 14 horas diarias». Considera que los autónomos «somos un colectivo muy maltratado y, aunque comprendo que es una situación muy complicada de organizar, no pueden utilizarnos para las campañas políticas».
En el Polígono la media de edad es avanzada, una tercera parte son mayores de 65 años y las limitaciones en las salidas se notan mucho en los comercios. «Las familias ya no se reúnen los fines de semana y los abuelos ya no compran como antes», asegura Manuel Martín, de pescadería Aguado. Tras tres décadas en el negocio, Martín dice que «el miedo a salir se traduce en el consumo». De la misma opinión es Patricia Junquera, de la carnicería Charcutería Mary, una empresa familiar asentada en el barrio. «Ahora se gasta menos».
Hace un año que Carmen Fernández se hizo cargo de La espiga del Polígono, tras otros 24 como empleada. «Hay mucha tristeza en este barrio, yo he optado por llevar alimentos a domicilio, entre otras cosas, porque la gente necesita verte y no se atreven a salir». La falta de movilidad influye en el negocio de Pedro Carvajal, de reparación del calzado. «No hay ni el 75% de lo que había».
«Nuestra herramienta principal de trabajo no es el cepillo, secador, boles y paletinas, sino el agua y la electricidad; deberían considerar que el consumo general puede compararse con otros gremios de alto consumo que sí tienen algún beneficio». Así reivindica mejoras y más atención Liliana Fanjul, de peluquería Famly Hair.
Gonzalo García, de frutería Gonzalín, pone la nota de color: «Aquí la gente se está volcando con el pequeño comercio». Sus productos, muy cuidados y de temporada certifican que «cada vez se quiere comer mejor».
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