Adiós a Enrique Roces: «Mi padre fue un hombre afable con un don de gentes brutal»
Multitudinario adiós a Enrique Roces con el coro Manín de Lastres y una comunidad colombiana agradecida. «Nos ayudó a todos sin esperar nada»
Una despedida «solemne y emotiva», a la altura de un hombre «especial y cariñoso» que destacó por su forma de ser con los demás. Así fue el funeral del empresario gijonés Enrique Roces, fundador de la Gestoría Roces en 1954 y cónsul honorario de Colombia durante casi treinta años (desde 1973 hasta 2002), fallecido el domingo a los 95 años en su casa de Quintes. Más allá de sus logros profesionales, que le llevaron a ser nombrado agente delegado de Zurich Seguros en Asturias y Comendador de la Orden de San Carlos –condecoración de máximo nivel del Gobierno colombiano–, Roces dejó huella en quienes le conocieron por «tratar siempre a todo el mundo por igual, con independencia de su condición», afirmó su hijo Enrique.
Su funeral, celebrado este martes a la una de la tarde en la iglesia de San José, fue tan multitudinario que congregó en el templo a más personas de las que este puede albergar. Uno de los momentos más emotivos para la familia fue precisamente cuando Doris, representante de la colonia colombiana en Asturias, tomó la palabra en nombre de toda la comunidad. «Ayudó a todos sin esperar nada a cambio», remarcó, recordando historias y anécdotas de su vocación de servir a los demás. Fuera de la iglesia había también un grupo de colombianos ondeando una bandera de su país. «Fue un acto precioso», recalcó su hijo.
Un anfitrión «excelente»
En las distancias cortas, su padre era sencillamente «un hombre genial». «Siempre simpático, afable y con un don de gentes brutal. Cuando llegaba a la oficina todo el mundo lo quería ver porque siempre gastaba una broma», relató. Una forma de ser por la que le recuerdan también sus amigos y los de sus hijos, habituales en las fiestas que celebraba en su casa de Quintes, donde «era un anfitrión excelente».
«Le encantaba recibir a gente en casa y tener lío. Comidas y cenas en las que se sentaba a contar todas sus historias, algo que le encantaba», apuntó Enrique. «Y no te puedes imaginar el cariño con el que habla de él la gente de Quintes», añadió su sobrina nieta, Lucía Mijares.
A tiempo desde Nueva York
La salud de Enrique Roces empeoró el pasado miércoles, momento en que la familia se movilizó para arroparle en sus últimos momentos. Afortunadamente, «se mantuvo consciente hasta el final y pudo despedirse de todos sus nietos». Incluido su nieto Enrique, que vive en Nueva York, y pudo llegar a tiempo pese a que su avión iba con retraso. «Él no paraba de preguntar a qué hora llegaba su nieto y se alegró muchísimo de verlo y poder saludarlo», expresó Enrique hijo.
Se fue rodeado de su familia y de la naturaleza que tanto le gustaba. Y «hasta el final, hasta el día que murió, todo lo agradecía». No pudo oficiar su funeral Fernando Llenín, párroco de San José y amigo de la familia, al encontrarse en León, por lo que fue don Jesús, también de la parroquia, quien se encargó de la ceremonia. En ella participó el coro marinero Manín de Lastres, que interpretó la 'Salve Marinera' y el himno de Covadonga. «Fue espectacular acompañar el funeral de música».
Asistieron también la exalcaldesa Paz Fernández Felgueroso; la directora adjunta de EL COMERCIO, Leticia Álvarez, y el concejal de Deportes de Siero, Jesús Abad. Su entierro tuvo lugar en el cementerio de Covadonga, rodeado de la familia más cercana.