Adiós a los 'monaguillos'
Las piezas, motivo de polémica entre Areces y Morales, fueron retiradas de la plaza del Instituto bajo la supervisión del alcalde
Martes, 10 de mayo 2022, 00:56
Alea jacta est. A estas alturas de hace 25 años ya no quedaban 'monaguillos' en la plaza del Instituto, una suerte de gesta municipal que llegó a enfrentar a los propios miembros del equipo de gobierno local. «Así se completó el ciclo de una nueva tensión política en el seno del PSOE protagonizada por Areces y Morales, su concejal de Urbanismo», puede leerse en las páginas de EL COMERCIO que recogieron la noticia. «Las piezas de hierro forjado que gustaban a este (Morales) y desagradaban a aquel (Areces) pasaron a mejor vida, excepto las que han sido utilizadas para impedir el acceso de vehículos a la calle de la Merced desde la de Jovellanos y a la de Tomás y Valiente (antes Ramiro de Maeztu) a la de San Bernardo desde Begoña».
No obstante, aunque Morales acabó por acatar la retirada de las piezas, también repitió que «la retirada de estas polémicas piezas de hierro forjado irá unida a la peatonalización de la calle de la Merced desde la de Jovellanos hasta la de Casimiro Velasco». La idea era que a ese tramo de calle solo pudieran entrar los vehículos que utilizasen un reservado de carga y descarga que se situaría en el extremo superior de la travesía. A ese efecto, la Oficina Municipal de Tráfico ponía ya en marcha «un diseño provisional de la circulación en aquella zona, así como avisos a los vehículos estacionados para que abandonen lo que será en el futuro un tramo de la calle de uso solo peatonal».
Peatonalizar
No llovía a gusto de todos, como viene siendo habitual en estas endiabladas cosas del urbanismo local. Más allá de las rencillas entre munícipes (donde había más tela que cortar que la de las sotanas de los 'monaguillos'), también los técnicos de tráfico se hacían cruces por el cierre de la calle desde la plaza del Instituto. Hacerlo, decían, «sin contar con un proyecto global de peatonalización y de alternativas para la circulación de vehículos puede ser un error». Seguía, pues, la polémica, pero por fin sin las denostadas piezas de hierro cuya eliminación acudió a supervisar, en carne y hueso, el hoy malogrado alcalde de la ciudad a la sazón. Una hora tardaron en retirarse. Visto y no visto.