Alejandro Olano 'El Tagalo'
Recuerdo de un ingeniero que hizo historia en El Musel
Nada más cierto que, el paso del tiempo cura muchas heridas y también ejerce una influencia, podemos decir negativa, al propiciar el olvido de hechos y personas que en su momento acapararon la atención de sus contemporáneos, como es el caso de nuestro personaje de hoy, aunque, todo hay que decirlo, el recuerdo a Casto Alejandro Olano de la Torre Lara sigue muy presente en la memoria de sus descendientes y familiares. La heroica gesta que dio lugar a su fallecimiento en acto de servicio en la controvertida y a la vez esperanzadora obra del puerto de El Musel, acontecido precisamente un 21 de octubre del año 1912, subyace inevitablemente en la historia, de la creación y desarrollo de un puerto que no cesa de crecer y, como somos testigos, sigue ocupando las principales páginas de información en este Gijón del alma.
Publicidad
Alejandro Olano siempre fue para sus familiares y amigos Alejandro 'El Tagalo' dado que nació en las Islas Filipinas, concretamente en Manila, donde su padre estaba destinado por el Gobierno español como jefe de Obras Públicas, el día 26 de febrero de 1869. Cuando el jovencísimo Alejandro contaba solo cuatro años la familia regresó a España por haber solicitado el traslado su progenitor debido a su mal estado de salud, por lo que es destinado a la provincia de Soria donde nacen sus otros dos hijos Juan y José, aunque este último fallece al poco de nacer.
Casto Alejandro Olano de la Torre Lara, 'El Tagalo', sigue los pasos de su padre y cursa en Madrid los estudios de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que concluye el 30 de setiembre de I890, cumplidos los 21 años, y llegado el enero siguiente toma posesión de su primer destino en las Islas Filipinas, mientras que su padre Casto José Olano de Irizar llega también a Manila en abril de 1891 como Inspector General de Obras Públicas en las Islas. La primer obra del joven Alejandro fue la reedificación del Palacio del Gobernador General de Filipinas, y más tarde se hizo cargo de los Puertos de Lloilo y Cebú. Organizó la recaudación de arbitrios para financiar las obras e incrementó la plantilla de trabajadores en beneficio de la conclusión de las obras. También proyectó el edificio de Aduanas entre otros. Allí, contrajo matrimonio con la joven Rosario Santos, de origen filipino, con la que tuvo cuatro hijos: Juan, José, María y Elvira.
En junio de 1897, Alejandro Olano solicita licencia por motivos de salud y un mes más tarde embarca para España, precisamente en el vapor Covadonga, como presagio de que finalizaría el siglo XIX como Ingeniero Jefe de Obras Públicas en la provincia de Oviedo, donde permanece muy poco tiempo para hacerse cargo de las obras de El Musel, en Gijón, cuando aun estaban enfrentados 'Muselistas' y 'Apagadoristas', pero sus amplia experiencia, no obstante sus 31 años recién cumplidos y una fuerte vocación, pronto toma las tiendas del magno proyecto y se consagra a la construcción del Dique Norte, a la vez que toma la dirección del Ferrocarril de Veriña a El Musel. Por los diarios de la época y los escritos del propio Alejandro Olano en la Revista de Obras Públicas, donde publica sus experiencias en los avanzados sistemas de trabajo que se estaban llevando a cabo en las obras de El Musel, sabemos que tanto en el Dique Norte como en el Muelle de Ribera empleó cimientos totalmente revolucionarios y súper estructuras que permitían un muelle y andén para las operaciones de carga y descarga. Posteriormente, también construyó una central de energía eléctrica y cargaderos en el Muelle de Ribera.
Una lápida lo recuerda
Un año más tarde, el día 21 de octubre de 1912, al anochecer se levantó un fortísimo temporal y Alejandro Olano preocupado por que se repitiese el desastre del año anterior, acudió en plena noche a El Musel. Él y otros cuatro obreros se encontraban realizando ímprobos esfuerzos para asegurar la grúa llamada 'Titán' cuando una fuerte ola los arrastró mar adentro propiciando que los obreros José María Álvarez, Tomás Bango, Evaristo Álvarez, Eugenio García y el propio Alejandro Olano pereciesen ahogados, con las lógicas manifestaciones de duelo y homenajes públicos. Incluso dio lugar a una suscripción para erigir un monumento que llevó a cabo el escultor Sebastián Miranda que fue colocado en EI Musel, y posteriormente sería derribado para facilitar nuevas obras. Pero sí, hay una lápida que les rinde homenaje en el propio Musel con los nombres de los cinco hombres que murieron aquel octubre de 1912 en arriesgado acto de servido. Nunca está de más que les recordemos, aunque sea a través de estas sencillas pero emotivas líneas, ahora que el puerto sigue protagonizando el devenir histórico de este Gijón del alma.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión