La estirpe de banqueros e industriales que impulsaron Asturias y más saben de opas
La marquesa de la Vega de Anzo, fallecida en Madrid a los 78 años, pertenecía a una de las sagas más destacadas en la vida económica y financiera de la región, detrás de entidades como el Banco Herrero e Hidrocantábrico
Pilar González del Valle y García de la Peña, IV marquesa de la Vega de Anzo, fallecida durante la madrugada del martes en Madrid a los 78 años ... a causa de un aneurisma, «deja un hueco imposible de llenar», en palabras de la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón. Una ausencia que también se dejará sentir en Grado, donde los grupos municipales emitieron un comunicado conjunto de condolencia en el que quisieron agradecer «su labor en beneficio del concejo» y recordaron que «tanto ella como el resto de la familia han venido apoyando las actividades del Ayuntamiento y de diversas asociaciones y clubes moscones».
De esa labor benefactora da cuenta un monumento levantado en la villa con aportaciones de los moscones en memoria del segundo marqués de la Vega de Anzo, porque Pilar González del Valle y García de la Peña nació en el seno de una estirpe de banqueros e industriales que impulsaron Asturias con su iniciativa en los negocios, pero también en su vertiente más altruista.
González del Valle (Pili, para los más cercanos) era bisnieta de Emilio Martín González del Valle y Carbajal, primer marqués de la Vega de Anzo, título concedido por la reina María Cristina de Austria que ostentó a partir de 1889.
Pilar había heredado el título en 1992 de su padre, el ovetense José María González del Valle y Herrero, convirtiéndose en digna sucesora de una saga que constituye un importante capítulo en la economía de esta región y en la creación de entidades como el Banco Herrero, fundado por otro de sus bisabuelos, Policarpo Herrero y Vázquez.
Pero es que su tío, Martín González del Valle y Herrero, barón de Grado, también fue una de las figuras decisivas en el germen de Hidroeléctrica del Cantábrico, luchando contra viento y marea por la modernización e independencia de la compañía cuando el sector estaba siendo sacudido por un notable proceso de concentración y comenzaron a cernirse sobre Hidrocantábrico grandes amenazas.
Entre 1992 y 1993, Unión Fenosa intentó hacerse con el control de la eléctrica. En ese momento, la empresa presidida por Julián Trincado adquirió un 7,5% del capital y anunció estar dispuesta a tomar el mando. Pero Martín González del Valle no iba a permitirlo y bloqueó la iniciativa. Su reacción y la de los accionistas institucionales de la empresa lograron mantener la independencia de la eléctrica asturiana, a golpe de cambios estatutarios y la adopción de blindajes. A partir de entonces, la compañía se volcó en vigilar cualquier intento de operación hostil, pactando previamente la incorporación de nuevos socios.
Pero los ataques no habían hecho más que empezar. Sobre todo, cuando HC se vio en una situación inédita hasta el momento. A finales de los noventa, otros movimientos, los del sistema financiero, provocaron que, si bien la empresa había llegado a estar respaldada antes hasta por cuatro entidades de referencia (Banco Herrero, Banca Masaveu, Banco Asturiano y Cajastur), entrase en el nuevo milenio con Cajastur como único accionista financiero. Una debilidad que sus competidores no dejaron pasar.
Esta vez, el primer golpe llegó desde dentro, con la opa lanzada en el año 2000 por la norteamericana Texas Utilities, accionista de HC desde 1998. Pero el grupo energético estadounidense se encontró con un gran escollo en los blindajes de Hidrocantábrico, que forzaban a cualquier potencial comprador a hacerse previamente con la voluntad de la gran mayoría de los accionistas representados en el consejo.
El de Texas Utilities fue el primero de otros muchos envites, que González del Valle vivió ya como presidente de Honor de Hidroeléctrica, nombramiento que le llegó en 1999. En los numerosos ataques que se sucedieron hasta 2011, fueron protagonistas necesarios Unión Fenosa, la alemana EnBW (Energie Baden-Württemberg, que lanzó su oferta de la mano de la española Ferroatlántica, perteneciente al grupo Villar Mir), la también germana Rheinisch-Westfältswerk (RWF) y Cajastur, con el apoyo de EdP. En realidad, la oferta más alta fue la de EnBW, pero el blindaje estatutario que había en HC le dio todo el poder al tándem minoritario Cajastur-EdP, que finalmente logró hacerse con el control accionarial.
El propio Martín González del Valle evaluaba positivamente en una entrevista a EL COMERCIO la compra por parte de EdP de la eléctrica asturiana. «Cuando entré en Hidrocantábrico, el sector estaba compuesto por doce compañías; cuando me marché, sólo quedábamos cuatro: dos grandes, una mediana y una muy pequeña pero muy sólida financieramente y muy rentable, que era la asturiana. Era muy difícil que pudiera seguir siendo independiente porque iba a ser objeto de la apetencia de muchas compañías extranjeras y españolas. Las opas empezaron al poco de marcharme de la compañía, pero creo que se acertó eligiendo a la portuguesa. Se hizo una negociación en la que Hidrocantábrico iba a ser el brazo de EdP en España, con miras a hacer un mercado peninsular eléctrico. Manuel Menéndez hizo una negociación brillante y logró asegurar la asturianía de la compañía. Gracias al apoyo portugués, la eléctrica ha podido adquirir el gas del País Vasco, que tiene el 20% del consumo nacional, y eso hubiera sido muy difícil en solitario», manifestó en el verano de 2010. No hay que olvidar que el barón de Grado fue, hasta el momento de su muerte, en 2015, presidente del patronato de la Fundación EdP.
Al margen del ámbito energético, González del Valle –que también perteneció al consejo de administración de Duro Felguera hasta 1999– fue nombrado en 1992 miembro del consejo de administración del Banco Herrero, propiedad de su familia.
Familia de banqueros
La actividad bancaria de los Herrero se había desarrollado, según sus propias palabras, «con prestigio y brillantez» a lo largo de 150 años y a través de cinco generaciones, hasta que en el año 1995, el banco al que la saga había vinculado su apellido se vende a la que el barón de Grado consideraba «la institución financiera con más prestigio de Cataluña», La Caixa, y, posteriormente, al Banco Sabadell en 2001, donde también saben algo de opas.
Ahora, el legado de la marquesa, viuda de Rafael Ureña Francés, con quien se casó a los 19 años, pasa a sus dos hijos, María y José María, los encargados de preservarlo.
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