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GLORIA POMARADA
GIJÓN.
Sábado, 7 de octubre 2017, 00:31
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Corría 1916 cuando la hoy icónica barandilla de la playa donostiarra de La Concha era inaugurada con la visita regia de Alfonso XIII. 101 años después, el Ayuntamiento de San Sebastián sacaba a concurso público la reposición de la balaustrada, una adjudicación con la que se alzó Fundiciones Infiesta la pasada primavera. «Para nosotros es un orgullo», cuenta Benjamín Menéndez, director industrial de la compañía, que en 2015 salía de un concurso de acreedores. Desde finales de mayo, la fundición ubicada en el polígono de Somonte trabaja a destajo en la fabricación de los 550 metros de barandilla. «Hemos puesto un turno específico, ahora estamos a tres, con diez de los cuarenta empleados dedicados exclusivamente a la barandilla», explica Menéndez. Tras cuatro meses forjando las estructuras de hierro en la intimidad de la fundición, esta misma semana tanto en San Sebastián como en Gijón se daban los primeros pasos para revestir el paseo. En la ciudad donostiarra, los operarios iniciaban el lunes las tareas de vallado previas a la colocación de la baranda, mientras en Asturias las piezas salen de la forja directas a las instalaciones de Grupo Sem en Silvota, donde se pintan. Las ya terminadas, se embalan estos días en Fundiciones Infiesta para su distribución durante la semana del 16 de octubre.
Renovada de forma integral en 1999 y en diversos tramos en 2004, la nueva estructura presenta una novedad respecto a las anteriores barandillas: en lugar de cinco piezas, se ha forjado en una sola. Hace trece años, Fundiciones Infiesta ya había renovado algunas piezas con este modelo. «En las antiguas, de cinco piezas, las uniones se oxidaban, por eso buscamos una solución enteriza», explica Menéndez. Una aleación de hierro y chatarra seleccionada con una tensión de rotura de 400 megapascales y veinte años sin aparición de óxido es la garantía que, dice, presenta la barandilla 'made in Gijón'.
El perfeccionamiento técnico se conjuga con la tradición, pues respeta el diseño original de 1910 del arquitecto municipal Juan Alday. La minuciosidad de la réplica llega incluso a los errores de aquella primera instalación. «El modelo que originalmente se instaló al revés, lo fabricamos girado», indica. No ocurrió lo mismo en 1999, cuando la renovación acabó con una de las dos piezas colocadas con la roseta central mirando hacia el mar.
La nota curiosa es siempre un aliciente para los turistas, que recorren el paseo marítimo escudriñando cada palmo de baranda en busca de la singular pieza inversa. «Cuando fui a San Sebastián a comprobar cómo estaba montada la barandilla un chico andaluz me preguntó dónde estaba la del revés. Yo también acabé buscándola», ríe. «Vamos a estar en uno de los sitios más fotografiados de San Sebastián».
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