La recepción a Sánchez Belda en el Consistorio gijonés.
1972. Hace 50 años

Una ciudad que lee

Llegó a Gijón el director general de Archivos y Bibliotecas con el objetivo de visitar los posibles centros destinados a este fin

Luis Sánchez Belda, a la sazón director general de Archivos y Bibliotecas, llegó a Gijón a eso de la una de la tarde, acompañado por ... el gobernador civil de Asturias, del delegado del Ministerio de Educación y Ciencia, el jefe de los Servicios de Coordinación y otros. El objeto de la visita, hoy hace medio siglo, era el supervisar, en persona, «un mapa de la ciudad y su término municipal, en el que aparecían señalados los posibles centros destinados a bibliotecas públicas». Concretamente, se proyectaban este tipo de centros en El Cortijo, La Calzada, Pumarín, Nuevo Gijón, Contrueces, Vega, Viesques, El Coto y el parque de Isabel la Católica, donde planeaba instalarse un centro infantil y juvenil.

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Aprovechó, también, para inaugurar la biblioteca pública de Roces y atender a la prensa, a la hora del café, tras almozar en el Club de Regatas. Serían diez, «en un principio», las nuevas bibliotecas públicas en la ciudad. «Las bibliotecas han de ser para todos», aeguró Sánchez Belda. «En todos los niveles de formación, con un fondo de libros generalizados. Y hay que tener muy en cuenta que la formación es permanente y referidas a todas las escalas de la sociedad (...). La cultura de la población ha de ser deber de todos y no inquietud potestativa de ayuntamientos o diputaciones. La biblioteca hace al lector».

2.100 ejemplares

Y lectores, en Gijón, había muchos. Cada vez más. Por eso se preveía que cada biblioteca contase con 2.100 ejemplares «seleccionados, con reparto de especialidades y un porcentaje elevado para la lectura recreativa y la literatura». Los lotes de libros correrían a cargo de la dirección general; el local, del Ayuntamiento; otros gastos, de la Diputación. Todo por los gijoneses: «El señor Sánchez Belda nos dice que la cultura debe estar entroncada con el pueblo. Que no ha de haber por el medio funcionarios públicos, sino el propio pueblo». Concretamente, el de Asturias era uno de los primeros que conocía desde su nuevo puesto como director general; y aquí, según dijo, apreció «que los asturianos saben ayudarse a sí mismos». También, cómo no, en esto del leer.

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