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Más de setecientos días después del derrumbe en el aula de infantil, el colegio Rey Pelayo de Gijón volvió a abrir sus puertas este 20 de febrero. «Es un día muy emotivo», dijo la consejera de Educación, Lydia Espina, que acudió hasta el centro escolar para ver en primera persona la obra acometida y las aulas, de nuevo, llenas. Lo hizo junto a la alcaldesa, Carmen Moriyón; los concejales Jorge Pañeda (Educación) y Gilberto Villoria (infraestructuras); Julio Vallaure, director general de Infraestructuras y Tecnologías Educativas del Principado y María López Castro, directora general de Infraestructuras de Gijón.
«Lo importante siempre ha sido ayudar al alumnado, a las familias y al centro. Tuvimos que tomar elecciones relevantes», recordó. Dicha determinación pasó por acometer en un primer momento la sustitución y reparación de los forjados de la planta baja por parte del Principado en la que invirtieron 360.000 euros para estos trabajos.
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Una vez con el colegio lleno de niños «es el momento de darle toda la fuerza y todo el empaque para que el alumnado de la zona vuelva a venir aquí y siga creciendo este centro», animó. Cuando se anunció el fin de obra, el número de alumnos matriculados eran 97. Ayer 104 y hoy han vuelto a las instalaciones 106. «Es un cole vivo y familiar. Los bares de alrededor estaban decorados con palabras de bienvenida», dijo orgullosa la directora del centro, Pilar Álvarez.
En estos momentos, el colegio está utilizando siete de las 22 aulas totales. «Ahora se está ocupando la planta baja y tres clases de la planta primera», indicó Villoria. «Han sido dos semanas intensas y de mucho trabajo del equipo docente y de los técnicos municipales que tuvieron que coordinar tanto la mudanza, como la limpieza, la colocación de muebles...todos los días surgía algún obstáculo y hubo que ir solventándolos para que hoy esto fuera realidad», explicó. Villoria se marca el verano como el momento en el que el ayuntamiento comenzará las obras para reforzar el forjado de la primera planta. A partir de septiembre, las obras no interferirán en la función educativa. «Tendremos que seguir combinando las fases de la obra con esa actividad», concluyó.
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