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Urgente «Cuando llegué abajo y vi las llamas, se me vino el mundo encima»
Tres ejemplos de pintadas en comercios y paredes de la ciudad. PALOMA UCHA / JOAQUÍN PAÑEDA
Los comerciantes de Gijón, «hartos» de las pintadas en fachadas, reclaman más control policial

Los comerciantes de Gijón, «hartos» de las pintadas en fachadas, reclaman más control policial

Los grupos municipales y Emulsa coinciden en la gravedad del problema, y advierten de que carecen de «soluciones mágicas» para evitarlo

PABLO SUÁREZ

GIJÓN.

Jueves, 3 de mayo 2018, 00:27

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«Nos hunden completamente la imagen de la tienda». La paciencia de los comerciantes del centro y otras zonas de la ciudad, quienes afirman llevar años sufriendo continuas pintadas en las fachadas de sus establecimientos, parece haber llegado a su fin. Se declaran «hartos» de esta práctica urbana y relatan con impotencia las consecuencias que éstas conllevan para sus negocios. «¿Cómo voy a vender prendas de alta costura si tengo la entrada llena de manchones?», se pregunta la encargada de un negocio en la calle de los Moros, una de las más afectadas por esta situación, que pide que no se cite públicamente el nombre de su tienda para evitar nuevas agresiones.

Los comerciantes se quejan además de que la pintura utilizada en estos actos vandálicos es cada vez más potente, y por tanto más difícil de quitar. «Llamamos a una empresa especializada en este tipo de limpiezas y no consiguieron eliminar las pintadas debido a que el spray utilizado era muy fuerte. Es pintura muy concentrada que en algunos casos incluso llega a tener relieve», refiere Lucía Loreto, una de las empleadas de la tienda Pepita, en la calle Langreo.

Recurrir a este tipo de empresas es algo cada vez menos común entre los propietarios, cansados de que cada vez que eliminan una pintada aparezca inmediatamente otra. «Al principio nos molestábamos en contratar una empresa, pero es un gasto inútil porque siempre acaban apareciendo más y más llamativas», alega otra empleada de la zona. Otros comerciantes han optado por minimizar el efecto de la pintura aplicando sobre esta una nueva capa de un producto a prueba de agua y de gran opacidad. Sin embargo, el resultado tampoco es el deseado, pues no se llega a eliminar del todo el graffiti y en algunos casos produce una mancha comparable a la original.

Pese a su hartazgo y la voluntad de que se extreme la vigilancia, los comerciantes no cargan toda la responsabilidad de la situación en la figura de los agentes encargados de controlar el orden. «Entendemos que es muy complicado para ellos evitar que pase. Mismamente, la semana pasada un sereno nos comentaba que había visto a un individuo rondando nuestra fachada y cinco minutos después, cuando volvió a pasar por la calle, ya había una pintura nueva y ni rastro de su autor», cuenta Loreto.

Sin embargo, todos coinciden en que, aunque resulte complicado encontrarla, debe aplicarse alguna medida que frene este tipo de acciones. «Estamos intentando frenarlo a través de medidas de prevención y fomentando el graffiti en lugares donde no perjudique a nadie», responde el concejal de Seguridad Ciudadana, Esteban Aparicio.

Como un campo de fútbol

Aparicio también es el presidente de Emulsa, el servicio de limpieza de la ciudad, desde donde indican que las intervenciones por este tipo de pintadas han ascendido considerablemente en el último año. Concretamente, el personal de Emulsa invirtió el año pasado 1.298 horas en la limpieza de los graffitis, que ocuparon una suma total de 7.723 metros cuadrados (algo más de un campo de fútbol) repartidos por varias zonas de Gijón, con el centro de la ciudad como epicentro.

Estos servicios, de carácter especial, suponen para las arcas públicas «un buen pico», tal y como reconoció Aparicio, pese a que solo realizan intervenciones en fachadas que se encuentran de cara a las aceras principales, y no en exteriores de establecimientos privados.

Más allá del gasto que suponen para el Consistorio estos servicios, la erosión que producen los métodos de limpieza utilizados en estos casos es otro de los grandes problemas que implica la situación. «Todos los sistemas que venimos utilizando son tremendamente abrasivos y producen un desgaste importante en la fachada. A veces no podemos aplicar nuestros productos porque el desgaste acabaría siendo peor que la pintada», cuentan desde Emulsa.

Aparicio, al igual que el resto de grupos municipales, coincide en la gravedad de la situación y las consecuencias negativas para los negocios de la ciudad. Sin embargo, afirma que el Ayuntamiento, pese a la dificultad, hace todo lo posible para frenar las pintadas. «Hay que entender que es muy complicado castigar este tipo de acciones. Requieren una detención de su autor in fraganti y es algo complejo, porque no podemos poner un policía en cada esquina», reflexiona.

Para los comerciantes, que reconocen no ser capaces de especificar una medida concreta, la situación ha llegado a un punto de no retorno en el que las autoridades pertinentes deben actuar de la manera que consideren oportuna. «Tienen que hacer algo», reiteran.

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