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O. VILLA
GIJÓN.
Jueves, 23 de noviembre 2017, 00:24
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La mayor parte del mineral de hierro apto para empleo siderúrgico tiene una granulometría de entre 1 y 10 milímetros. Esta franja granulométrica es demasiado fina como para que este tipo de material sea cargado al horno alto directamente, ya que generaría dificultades importantes de permeabilidad a los gases en la cuba del horno. Por ello el mineral, junto con fundentes y combustible, se procesa en las plantas de sinterización como las dos gijonesas. El sínter obtenido es un material con una granulometría en cinco y cincuenta milímetros, con unas propiedades químicas y mecánicas adecuadas a las necesidades del horno alto. El proceso siderúrgico genera un volumen importante de finos ricos en hierro y carbono susceptibles de ser aprovechados de nuevo en el proceso y que, por tratarse de subproductos internos, están disponibles a coste de fabricación. Su granulometría impide la carga directa en el horno alto. La instalación de sinterización, al aglomerarlos, permite su reciclado.
Los contaminantes asociados a los humos de sinterización son las partículas sólidas, los óxidos de azufre y nitrógeno, las dioxinas, y los compuestos orgánicos volátiles.
Las instalaciones de depuración de humos habitualmente requieren varias etapas y exigen unidades voluminosas dentro del conjunto de la planta, debido a la magnitud de los caudales de gases a tratar.
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