El cristal, pasado y presente
Casi 12.000 botellas diarias eran producidas por los dos hornos de la fábrica de vidrios de Gijón, cuya historia se remontaba a 1843
Sábado, 13 de agosto 2022, 00:13
Cuando Asturias salta a la prensa nacional es, invariablemente, noticia. Ayer y hoy. Y ocurrió que hace 125 años, tal día como hoy, reprodujo EL COMERCIO un escrito publicado por 'El Proteccionista', un periódico madrileño que narró, para el mundo, la historia pasada y reciente de la fábrica de vidrios gijonesa. Fundada en 1843, «época en la que Gijón contaba solo 6.200 habitantes», por Cifuentes, Pola y Truán, comenzó solo «con un horno de fundición para la fabricación de vidrio plano, teniendo actualmente» -por 1897- «cuatro, de los cuales tres son de gas sistema moderno y uno antiguo, que elaboran vidrios de colores». Y, lean, lean: ¡menudos hornos! Diariamente la fábrica producía 7.000 cilindros de vidrio. «Estos cilindros se convierten en hojas en los hornos de plano, siendo cortadas después en las dimensiones que se desee en el taller de empaque».
Resultado: cerca de 12.000 botellas diarias eran las producidas en la fábrica en lo tocante a vidrio plano, y 10.000 piezas más para el vidrio hueco fino, empleado para productos como vasos o copas. Ante tan elevada producción, se comentaba, «el gasto mensual (...), solo en sueldos, materiales y combustible, es de 160.000 pesetas». De las de 1897, que no es moco de pavo. La fábrica de vidrios ya había hecho historia en la ciudad; tanto, que se había establecido en la calle que llevaba el nombre de uno de sus fundadores: Anselmo Cifuentes. «Ocupa bastante extensión. En él trabajan 680 operarios», contábamos en portada.
Pero no todo se circunscribía al vil metal. «Los obreros antiguos», se decía, «son jubilados cuando quedan inútiles para el trabajo; los que se lastiman cobran el sueldo entero hasta que se hallan completamemte curados y a los enfermos les pasa la fábrica medio sueldo. También les facilita prendas para las necesidades más apremiantes, descontándoles una pequeña cantidad de su sueldo semanalmente». «No se ha dado el caso de echar a ninguno para admitir a otro, por fuerte que fuera la recomendación que llevara». A tanto llegaba la consideración de la patronal. Sí, definitivamente... ¡eran otro tiempos!