«Solo pido que no me echen de casa con mis tres hijas pequeñas»
Desahucio. Raquel Blanco vive desde hace trece años en una vivienda okupada de La Ería del Piles de la que será pronto desalojada con tres menores
OLAYA SUÁREZ
Viernes, 9 de septiembre 2022, 03:27
Lleva trece años viviendo de okupa en una casa en La Ería del Piles que hasta la subasta de terrenos de mayo de 2021 fue propiedad del 'banco malo' (ahora pertenece a una promotora asturiana). «Aquí tengo mi vida, la he arreglado toda entera, tenemos luz, agua e incluso internet, si nos echan de aquí nos veremos obligadas a vivir en la calle». Lo dice Raquel Blanco Míguez, que no vive sola. A su cargo tiene a sus tres hijas menores de edad, de 8, 10 y 17 años. «Están en una casa muy digna porque su madre se ha preocupado de que sea así, no les falta de nada, pero si nos echan de aquí las cosas cambiarán para muchísimo peor porque no tenemos a dónde ir», dice la mujer, originaria de la localidad pontevedresa de Sanxenxo y que hace trece años recaló en Gijón, y más concretamente en esa vivienda de La Ería del Piles, «por unos conocidos que ya estaban de aquí de okupas».
Esos primeros 'moradores' se fueron. «Daban problemas y los vecinos, como es normal, no querían molestias, pero desde que se fueron los otros tenemos buena relación con el vecindario, no damos ningún problema, somos gente necesitada y vivimos en una casa okupada, pero no eso quiere decir que demos problemas, al contrario», asegura Blanco Míguez.
La moratoria de los desahucios durante la pandemia le ha dado un respiro. «Pero el 30 de septiembre se acaba la fecha dada por el Gobierno para permitir otra vez que haya desahucios y nos tememos lo peor...», lamenta. Cobra 724 euros al mes por el salario social y además hace «horas extras en bares y sidrerías para tener otros ingresos». Trabajó en la Feria de Muestras y este fin de semana lo hará de camarera en un establecimiento hostelero. «La gente que no crea que no quiero trabajar, al contrario, trabajo de lo que sea para poder sacar a mi familia adelante», especifica.
La casa «la fuimos arreglando poco a poco, primero pusimos unas ventanas, luego arreglamos la cocina, pusimos un generador para que haya corriente eléctrica, tenemos hasta internet para que las niñas pudieran seguir las clases durante la pandemia».
En los últimos años ha tenido varias notificaciones del juzgado para que abandone la vivienda, que se ubica en un ámbito (PERI-100) en el que se preveía realizar un complejo de ocio y comercial y que ahora está a la espera de retramitación urbanística para albergar un nuevo proyecto.
Con sus animales
La solución que plantea Raquel para su «difícil situación» es que le hagan un contrato de arrendamiento de esa misma casa o que le faciliten «una parecida, para no tener que cambiar la forma de vida». No se quiere ver obligada a separarse de sus animales. «Tenemos cuatro perros, gallinas y dos conejitos pequeños que la hermana mayor le trajo a las nenas», comenta la gallega.
Según ella explica, desde Servicios Sociales le han ofrecido un piso, «pero de una sola habitación». «Ya me dirán cómo me meto en un piso de una habitación con mis tres hijas», lamenta. Asegura que le han denegado una vivienda de emergencia más amplia. «Si tengo que pagar un alquiler normal no le puedo dar de comer a mis hijas, la comida está carísima, si sumas la luz, el agua, ahora los libros del colegio... Es imposible. Lo único que pido es que no me echen de esta casa sin que me den una solución para seguir teniendo una vida digna», resume esta mujer que cría sola a sus tres hijas.