
Dani Vieites | DJ, amenizará la fiesta de Nochevieja en la plaza Mayor
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Dani Vieites | DJ, amenizará la fiesta de Nochevieja en la plaza Mayor
«Ver la plaza Mayor entera cantando el 'Gijón del Alma' es un momentazo increíble»Faltan dos días para despedir el 2024 y dar la bienvenida al 2025. Nadie sabe qué deparará este año impar, pero lo que sí está ... claro es que comenzará con una fiesta por todo alto desde las once de la noche hasta las dos de la mañana en la plaza Mayor. Y para ello contará, un año más, con el DJ Dani Vieites (Gijón, 1986) a los mandos.
–¿Por qué tiene que acudir la gente a la fiesta en la plaza Mayor?
–Principalmente por tradición. Yo llevo ocho años encargándome de la fiesta, desde 2013, que fue mi primera Nochevieja, y siempre hubo mucha gente. Pero también por el buen ambiente que hay y porque es un momento muy guapo para compartir entre todos.
–¿Qué selección musical ha preparado?
–A fin de cuentas, haces un repaso de este año musical sin olvidarte de los éxitos de siempre. Por supuesto, tengo que poner la mítica canción de Karol G 'Si no te hubiera conocido' y 'Potra Salvaje' de Isabel Aaiún, esas cosas siempre funcionan. Pero nunca me gusta llevar nada preparado porque, si vas encorsetado en algo, dejas de estar pendiente del 'feedback' de la gente y a mí me gusta ver cómo van respondiendo. Es sentido común: al principio pinchas más para la gente mayor y luego vas tirando para la gente joven.
–¿Qué temas no pueden faltar?
–Los míticos que sonaron este año en todas partes y el 'Gijón del Alma', que siempre suena después de las campanadas. Llevo ocho años poniéndolo y ya es una tradición, ya que tenemos un himno en Gijón... Ver la plaza Mayor entera cantando el 'Gijón del Alma' es un momentazo increíble.
–¿Cómo se vive la Nochevieja desde el escenario?
–Con mucha ilusión. Yo soy de Gijón y después de un año entero trabajando, en el que lo mismo te mueves a Unquera y tienes un montón de horas de trabajo, solo el hecho de poder ir caminando para pinchar en la plaza Mayor es un lujo. También va mucha gente conocida, entre familiares y amigos, y te sientes muy arropado. Entre el buen ambiente y la fecha que es se vive con mucha ilusión, pero también con responsabilidad y nervios por que todo salga bien.
–¿Qué es lo que más le gusta de ser el encargado de amenizar la fiesta de la última noche del año?
–Ver a la gente disfrutar y poder ser el que dirige el cotarro (ríe). Al final, esa es la mayor responsabilidad de todas. Eres el que tiene que estar ahí con la batuta y, aunque se respetan las típicas tradiciones, siempre das tu toque personal. Pero en la música está todo inventado y hay temas que sabes que van a triunfar.
–Este año la fiesta acabará a las dos, una hora antes que el año pasado. ¿Cree que sabrá a poco?
–Yo creo que sí, porque ya cuando acabábamos a las tres la gente pedía más. Las fiestas de verano acaban a las cuatro de la mañana y la gente siempre quiere más, eso va a pasar independientemente de la hora a la que termines. En mi primer año, que fue 2013, estuvimos hasta las cinco, pero la fiesta no tenía tanto apogeo como ahora y los bares protestaron.
–Siempre sorprende con sus trajes para la cita. ¿Ya sabe qué se va a poner este año?
–Sí, ya lo tengo en casa arreglado por la modista. Solo puedo decir: fondo negro y motivos muy festivos.
–Será el encargado de dar la bienvenida al nuevo año. ¿Imponen más las uvas que amenizar la fiesta de después?
–Sin duda. Lo revisas todo doscientas veces, tienes el tiempo muy medido e intentas que todo vaya bien. A fin de cuentas es el momento por el que estamos ahí. Subirme al escenario es mi zona de confort, pero en las campanadas tengo que llevarlo todo súper revisado. Lo compruebo en la prueba de sonido y luego cinco minutos antes de empezar.
–¿Cuándo come las uvas?
–A partir de la séptima u octava campanada, que ya va todo en orden, empiezo a comerlas, pero ese día es para otros.
–Lleva desde 2013 poniendo música a la última noche del año. ¿Ha cambiado la fiesta del Ayuntamiento desde entonces?
–Antiguamente no iban tantas familias ni tantos grupos a comer las uvas allí y la gente empezaba a llegar mucho más tarde. Ahora ya desde las once de la noche hay gente que va a coger sitio. Antes era una fiesta de la chavalería y ahora es más familiar, aunque según va avanzando la noche torna en más gente joven.
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