Un edificio concebido originalmente como orfanato para hijos de mineros
Antes de abrir sus puertas en 1955, se cambió su destino para sumarlo a una red de universidades laborales
I. VILLAR / G. GALLEGO
gijón.
Miércoles, 12 de febrero 2020, 01:13
«La obra de previsión llevada a cabo por el Estado en la zona minera quedaría incompleta si faltase la protección a los huérfanos de los trabajadores muertos a consecuencia de accidente de trabajo en el ejercicio de su profesión». Es el inicio del decreto emitido el 5 de abril de 1946 por el entonces ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco, por el que se declaraba «urgente» la construcción de «un orfelinato minero en Somió-Gijón» con capacidad «para mil pensionistas», que recibirían en él «las enseñanzas adecuadas a su aptitud».
Según detalla el informe utilizado por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Principado para su declaración hace tres años como Bien de Interés Cultural, el centro «fue concebido como una residencia-escuela equipada con todo lo necesario para la formación cultural, moral, patriótica y profesional de niños huérfanos de la minería», incluyendo talleres industriales, granja-escuela, instalaciones deportivas, jardines y campos de cultivo. El encargado del diseño fue el arquitecto Luis Moya, «que concibió el proyecto como una ciudad ideal, partiendo del ideal del clasicismo y de la tradición arquitectónica española». Las obras arrancaron en 1948 por la granja agronómica, donde ahora se ubica el Instituto de Educación Secundaria, y finalizaron en 1955. Mientras se construía, cambió el destino final del complejo, que pasó de su concepción como orfanato minero a una universidad laboral similar a las propuestas por Girón de Velasco en otras ciudades españolas con el objetivo de «nivelar las clases sociales por medio de la cultura» y formar a sus alumnos como trabajadores cualificados.
En noviembre de 1955 entró en sus aulas la primera promoción, cuya formación quedó a cargo de la Compañía de Jesús, responsable de la educación de miles de alumnos hasta 1978. Monjas clarisas de clausura se ocuparon de la lavandería y la cocina, y las Siervas de Jesús de la enfermería. En los años 80 «su vitola de gran monumento franquista y los cambios institucionales, en los planes docentes y en la tituladidad» se tradujeron en un progresivo abandono.
Ya en 2001, tras años infrautilizado, el Principado, bajo la presidencia de Vicente Álvarez Areces, impulsó la recuperación del edificio, rehabilitándolo y dotándolo de nuevos usos -entre otros el de sede de la radiotelevisión autonómica, la facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Social y la Escuela Superior de Arte Dramático- y de actividad cultural, con un renovado teatro y un centro de arte y creación industrial.