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Manuel, Andrea y Aída, con su perrita 'Léster'. JORGE PETEIRO
«Elegimos Gijón por la playa perruna»

«Elegimos Gijón por la playa perruna»

Se conocieron buscando lugares a donde viajar con mascota y el pedreru de El Rinconín está entre sus predilectos

P. A. MARÍN ESTRADA

GIJÓN.

Martes, 31 de julio 2018, 02:18

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«Venimos a Gijón porque tiene una playa para perros, una playa perruna», es lo primero que dice Manuel de los Ríos, vallisoletano de Peñafiel, mientras le lanza una pelota a Léster, un podenco joven y juguetón al que no parece disgustar su primer encuentro con el mar en el pedreru de El Rinconín. Les acompañan sus paisanas Aida del Pozo y Andrea Peña, que se autodefinen como «perreras totales», aunque en este viaje a Asturias han venido sin sus mascotas 'Lucky' y 'Lali'. Pese a que los tres son vecinos y a que la villa del Duratón «no es Madrid, precisamente» cuentan que se conocieron buscando lugares a los que poder ir con sus pequeños amigos. «Por desgracia en la zona de Valladolid no hay muchos sitios donde los podamos llevar a que disfruten corriendo», explica Andrea. Nuestra ciudad fue uno de los primeros destinos que apareció 'googleando' como lugar donde los perros son bienvenidos. Y ahora lo están comprobando. «La verdad es que esta playa está genial», apunta Aida, haciéndose a un lado para que un píncher supersónico pueda seguir, sin obstáculos, su carrera tras el podenco de Manuel. 'Léster' no opina, pero su rabo parece estar expresando lo mismo que su amiga humana. Es mediodía en El Rinconín y una decena de canes de todos los tamaños, razas, pelajes comparten terreno de ocio con no muchas otras más criaturas de dos patas. Una de estas acaba de sacar un bocadillo y ha despertado el repentino interés del podenco. Su dueño lo ve y sale tras él: «¡Léster, Aquí!.¡Muy bien!». Luego se disculpa ante el bañista que sonríe: «No se preocupe. Yo también tengo perros». Con Léster de la correa, Manuel expresa su agrado por ver que «aquí en Gijón es difícil tener problemas. Hemos visto muchos restaurantes donde admiten perros y la gente, en general es tolerante», afirma, aunque dice entender «a quienes no les gustan los animales, por eso procuro que el mío no moleste a nadie». Andrea corrobora la impresión de su amigo para añadir: «Afortunadamente cada vez son más las ciudades que se interesan por atraer al turista que viaja con su mascota». Ella misma se pone como ejemplo: «Me queda más cerca Cantabria, pero vengo aquí si quiero pasar un finde con mi perrita», explica.

Sus amigos asienten y entre bromas añaden un motivo más para preferir Asturias: «La sidrina y lo bien que se come, pero sobre todo la sidra». Lo defienden Manuel, propietario de una bodega de Ribera del Duero, Andrea, empleada de otra y Aida, profesora, la única sin relación con la industria vinícola. Andrea incluso admite disponer en Peñafiel «de mi propio Isidrín». Y mientras la conversación deriva de la sidra a los cachopos (tal vez por la hora) 'Léster' se ha soltado y corre a la orilla de la playa. «A él sí que le gusta Gijón», dice Manuel.

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