Un estudio arqueológico reclama que Gijón sea excluido de las ciudades romanas de Hispania
César García de Castro y Sergio Ríos concluyen que ningún resto avala que fuera una urbs romana, sino que albergó una villa a mare y una fábrica de salazones
M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Miércoles, 1 de febrero 2023, 01:44
'Gijón en tiempos romanos después de 40 años de arqueología urbana'. Este es el título del artículo que firman los arqueólogos César García de ... Castro Valdés (Museo Arqueológico de Asturias) y Sergio Ríos (Consejería de Cultura del Principado), presentado en el encuentro científico 'Small Towns. Una realidad urbana en la Hispania romana', que sostiene sin paños calientes que Gijón no fue una ciudad romana, como hasta ahora se ha transmitido a partir de la aceptación de que, desde su fundación, como asentamiento en época flavia, desempeñó funciones de capital comarcal de la Asturias transmontana. «A nuestro juicio, la verdadera naturaleza y dimensiones históricas del asentamiento romano de Gijón fueron otras: se trata de una villa a mare, de la que formaron parte las termas y de la que dependió la instalación industrial. No hay razón ni fundamento arqueológico para defender la existencia de una ciudad romana en Gijón».
Así arranca el artículo que concluye con mayor contundencia si cabe: «No existen argumentos objetivos que avalen la identificación de Gijón como un conjunto urbano, sea cual fuere su categoría y entidad. En lógica consecuencia, su nombre debería ser excluido del corpus de ciudades romanas de Hispania».
Entre medias del planteamiento inicial y la conclusión, los arqueólogos van desgranando los porqués que conducen a ese punto. Para empezar: «La presencia de restos constructivos, algunas inscripciones y monedas de época romana en el territorio de la actual ciudad de Gijón y su concejo surge recurrentemente en la historiografía local y regional desde el siglo XVI. Sin embargo, hay que advertir que en ningún caso se tiene noticia de presencia, hallazgo casual o excavación de un edificio monumental, ni de un cementerio asociado a una hipotética población romana que hubiera tenido su asentamiento estable en el lugar del núcleo antiguo de la ciudad», señalan los firmantes.
Pero, ya desde el siglo XVIII, eruditos locales elaboran esa imagen romana. En 1982, con el hallazgo de un baluarte medieval de la muralla, se firma un convenio para poner en marcha un plan de excavaciones arqueológicas que dirigió Carmen Fernández Ochoa y que se prolongó hasta 2013. Ya entonces estos dos arqueólogos llamaron la atención sobre «la inconsistencia del registro arqueológico a la hora de argumentar sobre la naturaleza urbana de los restos excavados en Cimadevilla». Y hoy ratifican: «No se ha identificado ni una sola calle, ni infraestructuras públicas de aporte de agua, saneamiento o desagüe, ni aceras o pavimentos de tránsito públicos, ni delimitaciones de parcelario, ni casas o viviendas de ninguna especie, ni espacios ni edificios públicos fundamentales, como foro, templo, curia o edificios para espectáculos». Inciden los autores en la significativa ausencia de ánforas, cuyos fragmentos suelen resultar comunes en cualquier ciudad romana. No fue tampoco Cimadevilla meta ni origen de camino público alguno, abundan los arqueólogos, que subrayan que la identificación como punto final de la Vía de la Plata «carece de una mínima base histórica y arqueológica que lo avale». Dicho esto, su conclusión es que el hábitat doméstico altoimperial se reduce a una única vivienda y, como parte de esa villa a mare, las termas. De esa residencia dependía una explotación de salazones. Poco más advierten los arqueólogos que resumen así el pasado romano de Gijón: «Débiles e inconexos indicios de ocupación imperial sin presencia de estructuras de habitación, niveles de abandono tardoantiguos, niveles asociados a la puebla medieval desde fines del XIII (...)». Dicho de otra forma: «La dinámica urbana de Gijón no se inicia con una urbs romana, sino con una puebla costera del siglo XIII».
De la muralla, que se suele fechar entre los siglos III y IV, también se cuestiona la datación. Faltan pruebas radiocarbónicas y consideran que puede ser equivoca: «Esta imprecisión cronológica constituye un condicionante insuperable a la hora de tratar de relacionar su construcción con un contexto histórico determinado». Pero ya en el pasado se apuntó a que su edificación no fue una acción planeada, sino ordenada y guiada desde el punto de vista militar. Un reciente hallazgo -creen- podría ratificar esta interpretación. Es un pozo depósito hallado en el solar contiguo del antiguo convento de las Agustinas Recoletas, con afinidades en su aparejo con la muralla que permiten vincular ambas construcciones. «Todo apunta a que en un momento impreciso de los siglos III-IV d. C., en relación con uno de los numerosos episodios de inestabilidad del periodo, se construyeron en Gijón por iniciativa militar una notable muralla y un depósito de agua».
También niegan que Gigia sea el nombre primigenio de la villa. «No existen menciones a Gijón en la literatura geográfica grecolatina de los siglos I al V, pues la tan manida Gigia no se identifica con Gijón, sino con la leonesa Cea (...). Mal puede haber sido Gijón una ciudad romana cuando las relaciones topográficas imperiales no la incluyen como tal».
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