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El Arbeyal. Los vecinos, junto a la fogata.

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El Arbeyal. Los vecinos, junto a la fogata. J. PAÑEDA

El fuego de San Xuan se impone a la lluvia

Las llamas se alzaron con dificultad hacia el cielo por todo Gijón en una noche en la que no paró de caer agua

EUGENIA GARCÍA

GIJÓN.

Lunes, 24 de junio 2019, 04:23

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Es una noche para espantar los malos augurios, para atraer los buenos deseos, para purificarse, quemar apuntes del curso escolar ya superado y, sobre todo, para dar la bienvenida a un verano que comienza con los mejores planes. Un año más, el fuego de San Xuan tiñó ayer la noche gijonesa de un mágico halo anaranjado que desafió a una lluvia insistente, que no dio tregua. De hecho, según los registros de la Aemet, cayeron casi 26 litros por metro cuadrado hasta la medianoche. Pero nada pudo aguar las ganas de folixa. Ni siquiera esa lluvia, que siguió durante y tras el encendido.

Como marca la tradición, la fiesta comenzó tres horas antes de la medianoche en la plaza del Marqués, con el enramado de la fuente de Pelayo. Allí, Andecha de Cultura Tradicional Na Señarda cumplió el ancestral rito, acompañado de música y baile. Sobre la arena de Poniente, húmeda por la lluvia que cayó de forma intermitente durante toda la tarde-noche y disuadió a muchos de salir de casa, esperaba una pira de veinte toneladas de madera, doce metros de altura y ocho de diámetro, repartida en dos pisos. Con paraguas, chubasqueros y ropa de abrigo como los mejores aliados, fueron cientos quienes se acercaron al arenal para contemplar la leña arder a pesar del mal tiempo. No hubo el bullicio de otras ediciones, pero la hoguera y sus seguidores le plantaron cara a la lluvia. «Le añadimos elementos de pirotecnia para facilitar que la leña arda, pero las condiciones meteorológicas han sido las más adversas... No hay rapidez en el encendido. Una cosa es quemar una falla que está hueca y otra quemar esto, que es macizo , aunque la noche no puede ser más desagradable», explicaba Juan Manuel Humanes, de la pirotecnia Ricardo Caballer, empresa contratada para la fiesta organizada por el Ayuntamiento, cuya alcaldesa no faltó a la cita.

Vídeo.

Pese a las dificultades, lo consiguieron. Poco antes de la medianoche, ocho minutos de espectáculo del castillo de fuegos artificiales y el estruendo de 655 unidades de disparo combatieron en el cielo contra el agua.

El reloj dio las doce y los operarios iniciaron la tarea para lograr que la hoguera de Poniente comenzara a arder. Se hizo de rogar. La madera mojada se resistió, pero fue vencida. Y prendió para que Poniente luciera por fin su torre de fuego en todo su esplendor.

Paralelamente, la playa fue salpicándose de pequeños focos de llamaradas que sirvieron para tragarse libros, apuntes, facturas y otros malos recuerdos. En corro, cada grupo alrededor de su fogata, familias enteras, amigos y compañeros celebrando el inicio del verano pasados por agua. Rubén José Quintela Aguilar es de La Coruña pero vive en Gijón. Con siete de sus amigos «venimos desde El Llano cargando con dos palés y una cama desmontada... Casi nos mandan tirar nuestra hoguera abajo porque le hacia competencia a la oficial», aseguraba entre risas. «Da igual que llueva, si le dices a un gallego que pase sin San Xuan te cruje. Y porque no tengo para hacer la queimada», relataba. Maite Marcos Echaniz y Peter Kall son vecinos de Poniente y se acercaron al arenal junto a sus hijos Iker y John, mellizos de doce años. «Estábamos esperando que dejara de llover para poder bajar pero los niños no querían perdérsela, llevan dos semanas acumulando papeles, estaban super nerviosos». John llevó «los cuadernos del año, sobre todo los de mates porque nos mandaban muchos deberes». Su hermano Iker también optó por algún cuaderno de clase, «libros no nos dejan porque se pueden reutilizar», confesaba. «Por traer, han traído hasta gominolas para asarlas en la hoguera», comentaban sus padres.

Tampoco faltó un habitual que desde hace años ignora la ordenanza municipal, el botellón. Bolsas de plástico y botellas de licor y refrescos son parte de los culpables de que, el año pasado, la resaca de la fiesta dajara veinte toneladas de residuos en la zona de Poniente.

Distintos colectivos de la ciudad están dispuestos a que esta imagen no se repita hoy, y la empresa municipal de limpieza lleva semanas tratando de concienciar a la población de que fiesta y basura no tienen que ir, necesariamente, unidos. Además de la campaña de sensibilización, Emulsa repartió treinta contenedores de reciclaje en las inmediaciones de los accesos a la playa. Asimismo, desde las 23.30 horas y hasta las tres de la mañana, dos operarios se encargaron de revisarlos para evitar desbordamientos. Asimismo, una docena de voluntarios participaron en la 'patrulla ciudadana' organizada por Ecovidrio y el Conseyu de la Mocedá para fomentar una fiesta cívica. Hoy, a partir de las seis de la mañana, un dispositivo de limpieza formado por treinta trabajadores se encargará de borrar cualquier rastro de residuos, aunque en esta ocasión serán menos que en anteriores al reducir la lluvia la asistencia.

Para garantizar una folixa segura, la Policía Nacional activó un dispositivo especial de seguridad y tras el lanzamiento de los fuegos artificialesel servicio de TEDAX de la Jefatura Superior de Policía de Asturias revisó la zona con objeto de detectar restos de productos pirotécnicos no explosionados o nodeflagrados. Y aunque el epicentro de la fiesta fue Poniente, la noche más corta del año se alargó en un rito ancestral que extendió la chispa de las llamas a El Arbeyal, Mareo (parroquia en la que nunca dudaron de que la hoguera ardería), La Camocha, Contrueces y Ceares, donde aseguraban pasadas las once de la noche y tras la lluvia caída que, «encender se va a encender». El fuego, sin embargo, no lució en Cimavilla. Y no fue a causa de la lluvia. Los vecinos recordaban en redes sociales que «ante la falta de interés del Ayuntamiento, Cimavilla no iluminó la noche de San Xuan».

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