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Absolutamente abarrotada. Así estaba este domingo la iglesia de San Salvador de Deva para despedir al que fuera, según sus propios amigos, «uno de los patriarcas» de la parroquia: José Manuel Menéndez 'El Mariñán', que falleció el sábado a los 88 años. Conocido por ser el hijo del llagarero Rogelio Menéndez, fundador de la sidra El Mariñán, en 1968 tomó las riendas del negocio de su padre y pronto se convirtió en toda una institución en la zona.
Prueba de ello fue la notable cantidad de gente que se juntó en el templo de Deva para darle el último adiós. No cabía un alfiler en la iglesia y todavía hubo buena parte que tuvo que quedarse fuera. «Era una persona muy cariñosa, muy alegre y muy extrovertida. Un fenómeno», resumió Javier Meana, vecino de Deva, a las puertas de la iglesia. «Nos llevábamos unos 14 años. Yo lo conocía de toda la vida y nunca vi a nadie del pueblo hablar mal de él ni decir nada negativo suyo. Se hacía querer», remarcó.
Durante la media hora que duró la misa, no dejó de entrar gente al templo para arropar a su familia y trasladar su cariño a sus allegados. «Son momentos duros y difíciles que preceden la esperanzadora cristiana», apuntó el párroco Maximino Canal, encargado de oficiar el funeral. A la salida, sus cuatro hijos y sus cinco nietas llevaron las flores al cementerio parroquial para dar sepultura a José Manuel. La tristeza desbordaba sus rostro y nuevamente volvió a arroparles la multitud, esta vez con todos aquellos que no pudieron entrar a la misa.
«Era una persona muy querida en el pueblo. Además de antiguo llagarero, era una persona muy religiosa y muy amigo de la gente, todos lo queríamos mucho», recordó su amigo Miguel Ángel Sánchez, de la parroquia vecina de Santurio. Y es que además de heredar la explotación sidrera de su padre, 'El Mariñán' estuvo casado con Mercedes Rubiera Cuesta, antigua dueña del popular merendero El Chabolu, junto al río Peñafrancia. «Pero, de todas formas, a la vista está que era muy querido. Solo hay que ver toda la gente que hay aquí», expresó.
Si por algo destacó José Manuel, además de su pasión por la sidra y su calidad humana, fue por su afición al Sporting de Gijón. «Siempre estaba con nosotros en la Peña Isma», comentó con sonrisa nostálgica su compañero Emilio Álvarez. «Era una persona fenomenal, con mucho sentido del humor y amigo de todos. Siempre fue a todos los viajes de la peña hasta que la edad ya no se lo permitió, pero era un gran sportinguista. De los de ir todos los fines de semana a El Molinón», destacó. Allá donde iba dejaba huella.
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