El Gijón más desconocido
EL COMERCIO reivindicó la importancia de las 'playas menores' de la ciudad, un tesoro oculto para el visitante estival
Sábado, 9 de julio 2022, 00:26
No solo de San Lorenzo vive el hombre (ni la mujer), pero eso, hace 75 años, aún no se tenía en cuenta por parte de los próceres que regían los destinos de la ciudad. Denunciaba un lector de EL COMERCIO, que responndía a las siglas de G. A. G., que en la villa había joyas naturales desconocidas para el forastero, «porque incluso hay muchos gijoneses que no las conocen, ni saben por dónde se ha de ir a ellas, ni medios de locomoción, etcétera». Sencillamente, no había forma de llegar (o era difícil), por ejemplo, a la playa de Aboño solo la disfrutaban los vecinos más próximos, que la disfrutaban como si fuera « una playa americana». «Tan grande era la aglomeración de gentío que jamás he pensado en lo que aquello debiera de ser, con un poco de interés que se pusiera por ello», reconocía nuestro lector.
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«No puedo comprender cómo ni el Ayuntamiento o los interesados dueños de autocares no solicitan de nuestros gestores el arreglo de los caminos que conducen a las playas de Estaño y La Ñora en sus tramos de enlace con la carretera del Piles en Somió», abundó. «Organizando excursiones familiares los domingos con viajes de salida a la mañana y regreso en las últimas horas de la tarde, los ingresos tomarían incremento quizá en el primer verano que implantaran ese servicio». Algo que, como seguro conocerá el lector, sin embargo tardó mucho en llegar en lo que a iniciativa empresarial se refiere.
Para felicidad, eso sí, de los habituales de aquellas playas por entonces aún recónditas. Darlas a conocer haría perder algún que otro paraíso natural, pero «daría aún más renombre a nuestro Gijón, pues ya que nuestra compañía de tranvías no quiere extender sus líneas en un pueblo cuyos ciudadanos viven en la calle y gastan sus ingresos con tal facilidad, que es una pena que frondosas carbayeras y sitios tan hermosos como Contrueces, Granda, Cabueñes y otros de los que dotó la naturaleza a este Gijón, estén desiertos por no conocerlos muchos vecinos ni haber facilidad de trasladarse a ellos». Lugares mágicos, también sin mar mediante: la carbayera de Roces era otra de las grandes desconocidas de una villa que iba, y va, mucho más allá del centro.
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