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IRENE B. CARRIL
Miércoles, 21 de agosto 2019, 03:07
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Una mirada diferente sobre la ciudad y la brisa acariciando la cara. Las lanchas de pasaje de Canteli navegan todas las tardes por la bahía ofreciendo una visión distinta de la ciudad, la que se puede tener desde el mar. En la rampa del puerto deportivo, frente al Árbol de la sidra, esperan turistas y gijoneses que quieren descubrir esa otra perspectiva para poder embarcar a la hora señalada. Al poco se ve llegar el barco capitaneado por Juan Canteli Fernández. Antes de poner un pie a bordo, dejando atrás la tierra firme, entre los viajeros, sobre todo los más pequeños, se respira cierta emoción y un poco de miedo, sobre todo en el caso de los mayores. Algunos temían marearse, especialmente los que acababan de comer acompañando sus manjares con sidra. Pero había que arriesgarse, y al final, les adelantamos, todos salieron airosos.
Poco, los pasajeros empiezan a sentarse esperando a que dé comienzo su paseo, que les permitirá observar desde la mar toda la costa gijonesa, desde el puerto hasta la playa de San Lorenzo. Durante la media hora que dura el trayecto se ve, con una perspectiva diferente, la playa de Poniente y, tras doblar la punta Lequerica, el cerro de Santa Catalina, coronado por el Elogio del Horizonte de Chillida, y la isla de la Tortuga. Lanchas, motos acuáticas y otras embarcaciones, saludan a los que van en el barco, y estos, sintiéndose marineros por un día, responden de buen humor.
Antes de poner un pie en la embarcación, las nubes amenazaban con descargar. En el momento en que el barco salió del abrigo del puerto comenzaron a caer algunas gotas, pero a nadie le importó, nadie dejó de sonreír. Por suerte, la lluvia dejó pronto de ser un problema y se pudo disfrutar del viaje con fresco, pero sin agua.
De hecho, buena parte del pasaje los conformaban turistas que llegan a Gijón para disfrutar de sus vacaciones huyendo del calor que se respira en el sur. María Pastor, de Jaén, sentenciaba que «prefiero estar así, allí hace mucho calor». Una opinión compartida por los que disfrutaban del viaje, entre los que encontramos gente de Andalucía, Murcia y Madrid. También había un grupo de vascos, e inclusos personas de fuera de España, y algún que otro asturiano que tras disfrutar del viaje no dudaban en asegurar que repetirían la experiencia.
Los que más disfrutaron de este viaje fueron los más pequeños, a los que no les daba miedo el paseo. Enfundados en chalecos salvavidas se asomaban por la borda con el fin de disfrutar al máximo el mar. Como disfrutaban también varios madrileños, que afirmaban entre risas que el paseo por la bahía era «mejor que dar un paseo en barca por el Retiro». Ario Vargas lo tenía claro: «Esto es vida». Venía de Écija, en Sevilla, acompañada por varias amigas y, aunque antes de subir sentía un poco de miedo, se sentó al lado de un salvavidas y, en seguida, empezó a disfrutar de la experiencia. Encarni Escalera, quien vive en Gijón pero su lugar de origen es Ciudad Real, echó de menos que el paseo se acompañase de algún dato sobre lo que se veía desde el barco. «Es estupendo, pero podría estar mejor si el capitán del barco, por ejemplo, fuese explicando lo que estaban viendo», proponía. Eso sí, nada que objetar al recorrido ni a las vistas.
Los encargados de organizarlo todo pertenecen a Gijonesa Subacuática, una empresa familiar que se encuentra plenamente dedicada la mar. Todos los años ofrece este servicio, mientras el estado de la mar se lo permita. Para que este negocio siga en pie es necesario que «haya buen tiempo, esté bien la mar y haya gente», resumía Juan Canteli. Este verano así está siendo, el mar se ha comportado y ha dejado que se realicen los paseos sin que haya problema alguno. Les preocupa menos la lluvia: «Aunque llueva se pueda navegar, mientras que el oleaje si puede convertir el paseo en algo desagradable para algunos», explicaba el capitán. Claro que reconoce que si llueve, hay menos clientes. Sin embargo, hay personas a las que parece no importarle, por lo que siguen ofreciendo este servicio con sus dos embarcaciones aunque la lluvia haga acto de presencia, por si a alguien le da por disfrutar de sus servicios. «Hay un señor que viene todos los fines de semana, a veces hasta le invitamos», comenta Canteli. Explicaba también que a su barco se sube gente de todo el mundo, y que hay excursiones que llegan a la ciudad y reservan todo el pasaje para realizar el recorrido.
No es la única actividad que realiza esta empresa. También se encarga de organizar excursiones de mayor distancia, como las que van hasta Candás y Luanco, además de ofrecer un servicio de submarinismo y de motos acuáticas, entre otros. De esta manera, toda la familia disfruta en una profesión que les permite dedicarse plenamente a su pasión por la mar. Lo que tienen claro es que la actividad estrella del verano es este paseo, accesible a todo el mundo. Aunque su vuelta tuviese como resultado algún que otro conato de mareo, como decíamos, todo fue como la seda. No había más que ver las sonrisas de los que se bajaban del barco, de vuelta en el puerto deportivo.
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